La
crisis del sistema capitalista de 1929, fue muy dura, no tanto por la crisis en
sí, sino por el mal manejo de la misma. Los economistas clásicos mostraron, en
ese caso, su incapacidad y su insuficiencia teórica, no solo para interpretar
la situación sino también para contrarrestarla. La ideología liberal creyó en
su sofisma que el propio mercado se autorregularía y se saldría de la misma sin
intervención del estado. Sin embargo esa confianza en el mercado agudizó la
crisis y arrastró sus efectos casi una década, solo la segunda guerra mundial
permitió superarla.
Las
teorías keynesianas surgieron como políticas anti cíclicas, previniendo crisis
económicas futuras, construyendo el estado de bienestar, con sus políticas de
protección social, previsional, salud, educación, protección del trabajo, etc,
que imperó durante las siguientes
décadas.
El
estado de bienestar surge como respuesta política ante el avance de la Unión
soviética y de las teorías marxistas en el mundo. El estado de bienestar quiso
mostrar un capitalismo con rostro humano, para frenar la adhesión de los
pueblos a las teorías anticapitalistas.
Las
políticas keynesianas y el estado de bienestar aseguraron un largo ciclo de
crecimiento por varias décadas, hasta la
crisis del petróleo en 1973.
El
excedente de petro dólares producido por el aumento del precio del petróleo,
volcado en el sistema financiero internacional, más la revolución científico
tecnológico que se produce en las décadas posteriores promueven un nuevo fenómeno:
la globalización.
Al
mismo tiempo el capitalismo basado en la producción de bienes y servicios
masivos, el fordismo, ve decaer su tasa
de ganancias en detrimento de las
actividades financieras, con el final predecible de la primacía del sistema
financiero globalizado sobre el viejo modelo productivista.
Las
instituciones creadas en la post guerra, FMI, BM y la OMC que en su origen
fueron esencialmente keynesianas, diseñadas para la economía de desarrollo y la prevención de crisis monetarias y pánico
financiero se transformaron en entidades monetaristas/fiscalistas, para
degenerar en la desregulación de los mercados bajo el modelo económico que impuso el
Consenso de Washington.
Este
proceso se agudiza con la caída del muro de Berlín y la posterior crisis de la Unión
Soviética. El fracaso del socialismo real, y la caída de la segunda potencia
mundial, generó un mundo unipolar, con un EEUU autoerigido como gendarme del
mundo y la primacía de la ideología neo liberal
como único camino. Era el fin de las
ideologías, era el fin de la historia. Era
el triunfo final del capitalismo.
Rápidamente este
optimismo quedo sepultado bajo los escombros que estas políticas produjeron.
La historia no tiene
fin, mientras el hombre camine sobre la tierra. Además la historia es
construcción humana, Es el hombre el que día a día, ladrillo a ladrillo,
construye su historia.
Imperialismo y neo
liberalismo.
Las
políticas globales impulsadas por los países centrales y sus organismos llevan
a la desregulación de la economía internacional y a su vez obliga a los Estados
nacionales a perder el control de la política económica, a reestructurar sus instituciones públicas, reducir y en muchos casos
desmontar el Estado de bienestar, eliminar
los sistemas de jubilación y protección social, lo cual a su vez anula la
capacidad del Estado para dar respuesta a las demandas sociales con las
consecuentes crisis de legitimidad democrática.
La
desregulación de los mercados internacionales de capital generó un nuevo poder
fáctico supranacional que sobrepasa la soberanía de los Estados nacionales. Los
fiscaliza e impone una disciplina fiscal monetaria que en la mayoría de las
ocasiones terminan en una crisis. Y a su vez, como salida, exigen las mismas
restricciones y ajustes pero en mayor dosis.
Este
supra poder ha llevado a la perdida de la soberanía de muchos países, siendo
las autoridades políticas meros delegados de un poder central, sin poder de
decisión ni autonomía. El ejemplo más extremo es el de Grecia, que ante la elección
de un nuevo gobierno y un plebiscito donde holgadamente el pueblo griego se
opuso a los acuerdos con el FMI y sus políticas de ajuste, se terminó aceptando
los gravosos planes de salvataje que impuso la tecnocracia de Bruselas, real
gobernante de Europa. De más está decir que los resultados han sido ruinosos para
la economía y la sociedad griega.
La
concentración del capital corporativo es una tendencia inherente al sistema
mismo que se manifiesta desde su mismo origen, lo mismo que la búsqueda
incesante de mayores tasas de ganancia, pero estas tendencias se han
acelerado a partir de la des regulación
económica que permite “un todo vale”.
Los
ciclos económicos son más cortos ahora que antes y la crisis económicas son
ahora fenómenos globales que escapan al control de las instituciones nacionales
o globales.
Las
contradicciones del sistema capitalista globalizador han causado las crisis
recurrentes que ponen en entredicho la viabilidad del proyecto neoliberal.
Estas
crisis financieras son un signo más de que el sistema capitalista funciona con
la lógica auto destructiva, en donde no importa a quienes se perjudique
mientras que los grandes capitales se beneficien.
Los
países centrales desempeñan un papel importante en la gestión de las crisis en
los países emergentes o menos
desarrollados y de aquellas empresas transnacionales que confrontan problemas
financieros.
Desde el inicio de la
primera fase de la globalización económica marcada por un mundo unipolar con el
fin del socialismo real a principios de los noventa del siglo pasado, se
inician una serie de crisis financieras que
asestan golpes a los sistemas
locales de producción económica, destruyendo sectores de la economía
real, empobreciendo poblaciones y fugando cifras descomunales en dólares hacia
sus paraísos fiscales y dejando deudas externas, de dudosa legitimidad, que funcionan como restricciones a futuras
políticas autónomas.
En las últimas cuatro décadas muchos países
han experimentado estas crisis: México en 1973, 1982 y 1994-95, Argentina en
78, 81 y 2001, varios países europeos en 1992 y 1993, el Este asiático en
97-98, Rusia en 1998, Brasil en 1999 y Turquía en 2000-01, la crisis de Leman
Brother en 2008, las burbujas inmobiliarias en EEUU y Europa, las crisis de España, Italia, Irlanda ,
Turquía y la más notoria Grecia.
Un
caso particular es Argentina, que en tres años de aplicación de políticas de
desregulación, apertura de mercados, endeudamiento, están llevando a una crisis
de mayor envergadura que la del 2001.
Curiosamente,
India y China no abrieron sus mercados de capitales y son los países que han
mostrado una mayor estabilidad y que mejor atravesaron las crisis financieras
mundiales.
La
crisis del capitalismo son crisis sistémicas, que se manifiestan en los
escándalos financieros tanto de los países como de las grandes corporaciones,
los cuales al no tener regulaciones por parte de los estados , y tampoco ser
resueltos por sus propias instituciones, degeneran en burbujas especulativas que
arruinan a los grandes inversionistas y a
los pequeños ahorristas, pero además destruye las bases de la economía
real, dejando tras de sí una secuela de desocupación, pobreza y marginalidad de
gran parte de su población
Una
profunda decadencia moral e intelectual
asola a la humanidad como resultados de la implantación del modelo de
globalización.
Es
necesario superar la creencia que la globalización es la única vía, para
diseñar desde la política y desde los pueblos y los estados un modelo de desarrollo
más justo y equitativo que ponga fin a estas políticas de saqueo, destrucción y
muerte que trae el neoliberalismo.
Antonio
Muñiz
27
de marzo de 2019.
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