Antonio Muñiz Febrero 2018
En
2019 será la
próxima contienda electoral donde se volverá a votar y definir en
las urnas la continuidad o no del
proyecto neoliberal.
Debemos entonces reflexionar críticamente sobre los
pasos a seguir para construir una alianza política y social, que pueda integrar
a las amplias mayorías populares en un frente nacional que pueda romper la
hegemonía neoliberal.
Van dos años de gobierno macrista y se ven claros
los efectos de las políticas neoliberales sobre la sociedad
argentina: el deterioro de las condiciones de vida de gran parte de la
población, la quita de derechos, la disminución del poder adquisitivo del
salario, el cierre de fábricas y el desempleo creciente,
inflación, el aberrante avance de lógicas derechistas y autoritarias
sobre una sociedad adormecida, que no reacciona, que ve como lentamente todo se
achica, todo se acaba.
El sueño de una sociedad integrada e igualitaria se
desmorona, ante la apatía general y el aplauso cómplice de los medios
periodísticos, de un sector social beneficiado y de otros sectores
medios que tarde o temprano serán víctimas de la lógica neoliberal, pero que
por ahora se sienten parte y apoyan un modelo que los condenara
irreversiblemente.
Es la fábula del escorpión y la rana, tarde o
temprano el escorpión picara a la rana, aunque se hunda con ella, porque está
en su naturaleza. El neoliberalismo va en su lógica de achique permanente,
apropiación y concentración de los recursos de la comunidad, por la
clase media que lo voto mayoritariamente. Fue por los jubilados, presentes y
sobre todo los futuros beneficiarios, va por los docentes, por los bancarios y
por todos los sectores medios: comerciantes, pymes, profesionales y sobre todo
sobre aquellos que tienen un salario y están en relación de dependencia.
Ya se ven los primeros resultados de estas
políticas sobre la clase media, sostén de este modelo, una disminución del 5 %
en los sectores medios, de un 30 % de la población que podía considerarse clase
media en 2015, hoy es un 25% y creciendo. Nunca más presente
hoy aquel “chiste grafico” de los 90 puesto de la villa
31, “bienvenida clase media”.
Sin embargo es justo reconocer que el macrismo gana
elecciones y tiene legalidad y legitimidad electoral, Macri supero el 50 % en
el ballotage y volvió a ganar en octubre del 2017, a pesar a que ya se veían y
sentían los costos del modelo neoliberal. Es cierto, aunque es consuelo de
tontos, que saco un 40 % e hilando fino un 60 % no lo voto y no se siente parte
de este modelo.
Esto abre un campo de acción interesante y un
desafío para los sectores populares: ¿cómo se construye una alternativa
superadora, política, social, programática y electoral que pueda vencer al
modelo neoliberal?
En principio hay que dejar de subestimar al macrismo,
no gano por casualidad, ni en el 2015 ni en el 17, hubo una
construcción política, social, cultural y comunicacional basado en una clara
estrategia de poder. También es justo reconocer que se vio beneficiado por los
yerros del gobierno saliente, que no supo o no quiso corregir errores que lo
llevaron a perder votos en los sectores medios y en sectores populares, tanto
en 2013, 15 y 17.
En este marco el macrismo imagina un
horizonte político de reelección de Mauricio Macri en el 2019 y una posterior
elección de Vidal, como continuadora del proyecto. Basa su proyecto en
conservar la alianza hegemónica: el campo, el sector financiero, las empresas y
sectores concentrados del comercio y la industria y sobre todo el sector de
medios culturales periodísticos, tanto gráficos como audiovisuales.
La novedad, o no tanto, ya que fue instrumentada
por el menemismo, es la cooptación de sectores populares, a través de una
acción mediática de penetración de un discurso único y vía subsidios sociales
universalizados.
Como en todo proyecto político de la derecha
neoliberal los sectores medios son los que más sufrirán las consecuencias
de dichas medidas. Si bien como en las parábola de las ranas la
clase media argentina, alienada por
prejuicios y zonceras aprendidas durante la escolaridad y en una cultura
liquida, digna de doña Rosa, no ve o no quiere ver que va a ser el “pato de la
boda” de la fiesta de los ricos y famosos que nos gobiernan. La realidad los
hará reaccionar tarde o temprano.
Por supuesto que en esta realidad la oposición en
su conjunto lleva parte de la culpa, la división del peronismo es parte del
problema, a la división ideológica entre kirchnerismo y sectores peronistas más
de derecha, se sumó la situación de dependencia con el poder central de cada
provincia o municipio gobernada por el peronismo, las respuestas fueron
individuales resultado de realidades distintas y cambiante de cada
una de ellas. No hubo, hasta ahora, una posibilidad concreta de
avanzar en políticas opositoras de conjunto. La división del movimiento obrero
y su inacción también fue aportante al estado de situación actual. Es justo
reconocer que hubo mucha “muñeca política” del oficialismo en aprovechar esta
situación de dispersión y en muchos casos fogonearla en su propio beneficio.
El 21 y después.
La marcha organizada por los camioneros, la
corriente federal, las dos ctas, más los movimientos sociales y los
partidos de izquierda promete ser multitudinaria y de impacto político. La
desesperación de los operadores del gobierno por bajar sindicatos de la marcha,
atacar y amenazar a sus dirigentes, muestra la debilidad del gobierno y su
temor a la gente manifestándose en la calle.
Todo parece indicar que la marcha será un golpe
duro y un bajón más pronunciado en la caída de la aprobación del gobierno, que
viene desde noviembre con el avance sobre las jubilaciones y los derechos
laborales. Las grandes manifestaciones populares de diciembre y la feroz
represión a las mismas solo hicieron perder redito político.
Indudablemente esta marcha generara el quiebre
definitivo del triunvirato cegetista y agudizara las peleas de cara a marzo por
la conducción y orientación política que tendrá la nueva CGT. También es
probable un quiebre en la CGT en dos grandes líneas, que son históricas, una
combativa y otra dialoguista.
Pero en cualquier caso el nuevo escenario
complicara y mucho al gobierno, que no vera tan sencillo el camino a las reformas
laborales que proyecta para este año.
Todos los
caminos conducen a la unidad.
Dentro del Pan peronismo todos los caminos conducen
a la unidad, por ahora los discursos y muchas de las acciones tienden a
conformar un frente amplio que enfrente al gobierno en 2019. Habrá seguramente
marchas y contramarchas, rispideces y luchas internas, pero que son intrínsecas
a la vida política de cualquier partido. La lucha latente en kirchnerismo y
peronismo ira lentamente hacia una búsqueda de una nueva síntesis. Hay consenso
que no existe kirchenrismo sin peronismo y viceversa. Quienes no lo entiendan
quedaran como pequeñas fracciones carentes de representatividad. Nadie niega el
rol central de CFK en el próximo armado, aunque abre discusiones una posible
candidatura suya.
La unidad buscada es necesaria pero no suficiente
para garantizar un proyecto político que no solo pueda ganar en el 2019, sino
que además pueda consolidar poder para gobernar y llevar adelante un programa
de gobierno que pueda recuperar y reparar los daños de estas políticas
neoliberales en el tejido social y económico.
Es necesaria una unidad con contenido, con un
programa de gobierno, que pueda dar respuestas a las necesidades populares. La
herencia que dejara el macrismo será muy difícil de manejar por el futuro
gobierno. Por lo que es imprescindible generar programas y cuadros político
técnicos que puedan llevar adelante este programa. Y por sobre todo
organización popular que pueda dar sostén político a las acciones de ese futuro
gobierno popular.
Volver a construir mayorías populares implica
superar los límites de la partidocracia y reconstruir el movimiento nacional.
Donde deben estar representados no solo los sectores que hoy están siendo
agredidos por las políticas neoliberales, sino sumar a todos aquellos cuyos
intereses coincidan con los intereses nacionales y populares.
Está claro que la política no es una ciencia
matemática, por el contrario, no siempre 2 más 2 son cuatro. Existe el efecto
sinergia o sea una buena construcción política puede superar los límites de la
suma algebraica. Por lo tanto sumar matemáticamente a la oposición no es
correcto. Ese 60% de la oposición es heterogéneo y muchas veces imposible de
sumar. Y por el otro lado seguramente hay sectores, que hoy votan al
oficialismo, que con políticas adecuadas se sumarian al movimiento nacional.
Por eso se requiere de propuestas claras, objetivos
realistas y sobre todo sintonizar mejor con la sociedad. Las sociedades mutan,
cambian, evolucionan y a veces involucionan, por lo que la política debe estar
atenta a estos cambios, no para hacer seguidismo ni hacer política al vaivén de
las encuestas. El proyecto estratégico debe ser claro y preciso, la táctica
puede y debe ser flexible.
Además hay que superar el anhelo de una salida
anticipada de Macri, “la salida en helicóptero”. La oposición no puede basar su
estrategia en esperar que la gestión del gobierno “implosione” por los errores
políticos y económicos o arrastrados por una crisis internacional adversa.
Si bien un horizonte de crisis política y económica
es probable, no es prudente que toda la acción de la oposición se base en ese
supuesto. Hay que construir y hacer política superadora, que pueda romper el
bloque hegemónico que hoy gobierna. Y la única alternativa es construir una
alianza contra hegemónica que supere a la actual, con un programa de gobierno
que sume, contenga y enamore a los sectores populares, a la clase media, a los
empresarios nacionales, a los estudiantes, los trabajadores, etc.
Además hay que construir un proyecto nacional, un
proyecto que contenga los intereses de todas las provincias, que integre en
forma igualitaria a todas las regiones.
Argentina es un país grande y heterogéneo, es
necesaria la firma de un nuevo pacto federal que sienta las bases para un
desarrollo armónico, que respete las realidades locales y fortalezca la
autonomía de las provincias, sobre la base de un verdadero federalismo.
Por último, discutir candidaturas en esta etapa es
innecesario y tal vez contraproducente. Lanzar candidaturas en esta etapa en
forma anticipada generara un taponamiento en la discusión y el debate interno,
además expondrá a los candidatos a ataques mediáticos por parte del
oficialismo. Es importante hacer una apuesta al futuro, toda nueva construcción
política generara nuevos dirigentes, nuevas
representatividades y por ende nuevos candidatos.
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