Por Antonio Muñiz
El gobierno de Macri está entrando en su ansiado segundo semestre. Sin embargo las expectativas desmesuradas del macrismo parecen contrastar con la dura realidad que se ve venir.
La inflación supera ampliamente los pronósticos y estaría llegando al 45 % anual. La inflación más alta desde el 2001. Pero quizás lo más preocupante es que estamos en un proceso de recesión, producto de las “políticas anti inflacionarias”, pero con alta inflación (stanflacion). El peor de los escenarios para la ortodoxia neoliberal.
Negociación paritaria con salarios en baja, retraso de las jubilaciones, una brutal transferencia de ingresos de los sectores populares hacia los sectores más concentrados, a partir de una devaluación del 50 % y sobre todo la quita de retenciones al sector agropecuario. Esto hizo que se dispararan los precios internos, sobre todo el de los alimentos.
En ese combo, ya por si traumático para los sectores medios y populares, iniciaron un “sinceramiento” de las tarifas de los servicios públicos. En una serie de torpezas, falta de planificación e insensibilidad social aplicaron un brutal saqueo al bolsillo de los argentinos para beneficiar a las empresas del sector. En este caso el mazazo fue duro para los consumos domiciliarios pero más grave fue porque afecto seriamente la viabilidad de muchas industrias pymes, con aumentos del 600 a 2000 %. Después de marchas y contramarchas pactaron una reducción de la tarifa del gas, pero igualmente hace que muchas industrias y comercios sean inviables con esos costos de la energía.
La política de despidos, iniciada por la cesantía de empleados del estado y rápidamente imitado por el sector privado, alcanzo un pico, hasta la fecha, de 350.000 despidos en el sector formal y se estima que es más de un millón de trabajadores informales o en “negro”.
Todo este coctel de medidas y decisiones económicas y políticas produjeron un achicamiento del mercado interno, una reducción de las actividades económicas muy fuerte en el sector comercio y en las pymes. El pronóstico para este semestre es que el consumo seguirá una tendencia declinante, con mayor o menor aceleración, dependiendo de la pérdida de puestos de trabajo.
Lamentablemente para el equipo económico el escenario internacional se complica. Brasil ha entrado en una crisis política de difícil pronóstico, que hace profundizar la crisis económica financiera en que esta desde hace más de tres años, como consecuencia de las políticas ortodoxas que venía aplicando Dilma Russef. El excedente de la producción industrial brasileña está entrando en el mercado argentino y se prevé una mayor ofensiva comercial de los empresarios brasileños para colocar su producción durante el segundo semestre. A su vez las exportaciones argentinas hacia el Mercosur han ido cayendo, sobre todo el sector auto partes. La crisis del sector automotriz es profunda y aumenta la caída de todo el sector industrial.
Según datos de la consultora económica FIEL, el Índice de Producción Industrial, a mayo la comparación interanual marca una reducción del 3,6%.
Los sectores más afectados con claros retrocesos son la del Petróleo Procesado (‐4,7%) y siguiendo con Minerales No Metálicos (‐4,9%), Metalmecánica (‐7%), Cigarrillos (‐9,2%) y la producción siderúrgica (‐10,9%). La industria automotriz continúa siendo el sector con mayor caída de la producción, acumulando 12,4% en los primeros cinco meses.
El estudio muestra que la producción de Bienes de Uso Intermedio muestra un ligero retroceso (‐0,2%) en los primeros cinco meses del año, al tiempo que la de Bienes de Capital cae 3,7% en el periodo. Finalmente, la producción de Bienes de Consumo Durable lideraran la contracción de la actividad al reducirse en la comparación interanual 10.9%.
La economía mundial sigue estando en recesión, China no recupera sus índices de crecimiento d antaño. Europa sigue en el ajuste, pero con la salida de Gran Bretaña del Mercado común, es probable que se agudicen los problemas económicos pero que además están generando cambios políticos en el interior de los países. El avance de los partidos de ultra derecha no es un buen signo para el mundo ni para la economía argentina. EEUU es la única economía que se recupera, pero el avance de Donald Trump en las presidenciales pone un manto de dudas a cuanto al futuro de ese país.
El manual del economista neoliberal.
El gobierno de Mauricio Macri está aplicando políticas económicas “de manual” de la ortodoxia económica. Bajar la inflación como sea, aunque tengan que generar una brutal recesión, altas tasas de interés, bicicleta financiera, aumento de las tarifas, baja de salarios, abrir importaciones de bienes de consumo, para bajar precios internos, fuerte endeudamiento externo, etc.
Nada nuevo bajo el sol, un plan de ajuste ortodoxo, aunque pareciera que con escaso nivel técnico y político. El conjunto del plan económico pareciera que carece de visión estratégica y táctica, ni tampoco de un diagnóstico preciso de la situación de la economía argentina heredada y menos una visión correcta de cuál es la situación de la economía mundial.
La falta de una visión correcta de los problemas que tenía la economía argentina a diciembre, los llevo a generar una crisis donde no la había. A tomar medidas que desencadenaron nuevos problemas, y más graves, y no solucionaron los viejos.
La visión ideologizada del mundo los lleva a esperar soluciones del exterior, como fuertes inversiones o aumentos del comercio exterior en un mercado que se cierra y donde lo flujos de capital vuelven a los países centrales en búsqueda de seguridad.
Los únicas inversiones que están viniendo son capitales golondrinas, en busca de ganancias rápidas en el mercado financiero a tasas del 30/40 % anual. Una tasa que hace inviable cualquier esquema productivo. Pero que genera una “burbuja” financiera de difícil pronóstico, cuando los inversores quieran cobrar sus intereses, y convertirlos nuevamente en dólares y volverlos a sus casas matrices. La historia económica argentina nos muestra que cuando esto sucede genera una situación de caos y crisis muy profunda.
Seguramente 2016 va a ser un año perdido en lo económico. Aunque es probable que baje algo la inflación, producto de la recesión y cuando ingresen importaciones baratas, el proceso de endeudamiento permita retomar alguna obra pública y los salarios recuperen algo del poder adquisitivo perdido.
Las expectativas del equipo económico están basadas, que en el corto plazo, a una lluvia de inversiones (internas y externas) que permitan relanzar la economía
A contramano de la gestión anterior que impulsaba la economía a partir del aumento de la demanda interna, sería la inversión esta vez el motor. Como decíamos más arriba, es una expectativa del manual neoliberal, que pocas veces ha tenido éxito en la economía moderna. Más bien lo contrario: no hay inversiones en un mercado en recesión y con caída muy fuerte del consumo.
Las críticas a las limitaciones del programa económico, también provienen de la ortodoxia ultra liberal, que cuestiona, con razón, muchas inconsistencias pero que en el fondo están pidiendo un ajuste mayor y más brutal. Algo inviable, dada la situación de precariedad política del actual gobierno.
De no cambiar la orientación económica, algo que no va a ocurrir dado la ceguera ideológica del Presidente Macri, el resto del año será de recesión con inflación. Aunque esta pueda bajar algunos dígitos, seguirá siendo alta. Esta estanflación puede ser un cuello de botella muy difícil de superar, no solo durante 2016 sino también durante 2017.
Los costos del programa económico:
Ya durante el primer semestre se generó un profundo daño en la estructura económica productiva
Los sectores más dañados fueron y seguirán siendo los pequeños y medianos comercios de barrio, las pymes, sobre todo aquellas que puedan sufrir la competencia de productos importados, trabajadores informales o por cuenta propia, los trabajadores en gral y sobre todo los jubilados y pensionados. Estos últimos, a pesar de las promesas del presidente, serán los más perjudicados como lo fueron durante la década del noventa.
La estanflación genera mucho daño en el tejido económico social y mayor será el daño cuanto más dure en el tiempo. Esta situación, generada adrede, por la ortodoxia liberal y la lógica de beneficiar a los sectores más ricos de la sociedad, tenía como objetivos devaluar para equilibrar el sector externo y recuperar competitividad internacional para poder exportar más, A su vez se buscaba equilibrar el déficit fiscal, para con ello, según la teorías liberales, contener la inflación.
Comenzando el segundo semestre el horizonte parece más brumoso que lo esperado. La realidad muestra indicios serios de problemas de alimentación y de cobertura de los gastos elementales en muchos barrios populares, sumados a un gran endeudamiento, con elevados índices de desempleo, desinversión, inflación y déficit fiscal, crisis de las economías regionales, perdida de competividad y un dólar que según algunos sectores ya está atrasado, en los valores de diciembre.
Un escenario preocupante.
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