Por Eduardo Blaustein y Pablo Galand
De la “columna vertebral” a las nuevas representaciones. El Chino Navarro, Edgardo Mocca, Pepe Robles, Ricardo Rouvier y Eduardo Jozami debaten acerca de cómo ampliar las representaciones del kirchnerismo, de la relación con el sindicalismo y los modos de lograr nuevas empatías. ¿Qué es “institucionalizar” el modelo?
Si las elecciones en Catamarca sirvieron para que finalmente distintos actores de la oposición sinceraran sus debilidades (y para que en algún caso amagaran con proyectos de unidad más o menos quiméricos), al interior del kirchnerismo fortalecido se afinan debates en torno de los nuevos desafíos de crecimiento, de modo de ir por más capacidad de representación y transformación. En Huracán, la Presidenta aludió a esos desafíos convocando a sumar nuevas voluntades “sin preguntar de dónde vienen” ni repitiendo “los errores” cometidos por su generación. Ese mismo día, Beatriz Sarlo, en la crónica y análisis del acto que publicó en La Nación, subrayó que a diferencia de otros tiempos el acto “no tuvo como protagonista a la ‘columna vertebral’ formada por los sindicatos, sino a la nueva columna vertebral: la de las organizaciones sociales y juveniles. El cambio de una a otra militancia indica un cambio de época”.
Desde hace tiempo Sarlo viene sumando interpretaciones y reconocimientos sobre los tiempos kirchneristas infinitamente más interesantes que las lecturas reductoras a las que estaban acostumbrados los lectores de La Nación. Lo que importa en este caso es que lo señalado por Sarlo entra en sintonía con asuntos que se debaten en el propio kirchnerismo, sobre todo cuando se trata de buscar la ampliación y la mejor convivencia posible entre espacios que, por ser diversos, naturalmente pueden entrar en conflicto.
El jueves mismo, al día siguiente de que se conocieran tres novedades relevantes que hablan de mejoras para el mundo del trabajo, estalló uno de esos conflictos con el llamado al paro hecho por el moyanismo. Por debajo de la coyuntura y del eventual paquete de reclamos que Hugo Moyano quiera presentarle al Gobierno, discurre la pregunta planteada: ¿el movimiento obrero dejó de ser la columna vertebra del peronismo? Para responder esa y otras preguntas, este diario convocó a referentes con ópticas matizadas o distintas: el politólogo Edgardo Mocca, el dirigente social Fernando Chino Navarro, el periodista y ensayista Eduardo Jozami, el consultor Ricardo Rouvier y el abogado laboralista Alberto José Robles, miembro del Instituto del Mundo del Trabajo dirigido por Julio Godio.
Ante el primero de los disparadores, la vigencia o no de la idea de columna vertebral, Mocca se ataja de este modo: “No hay que subestimar el extraordinario papel que tienen los trabajadores organizados en la Argentina. Y será mayor aun en la medida en que el proceso político abierto en 2003 devolvió una centralidad al mundo del trabajo a partir de la reincorporación de cinco millones de personas. Este es un dato fuerte y que no se desenvuelve en abstractos, sino que se da junto a un movimiento sindical que jugó un papel activo y central en el proceso de recomposición productiva. Pero creo que la idea de columna vertebral, tal como fue establecida a partir de la Resistencia Peronista, es difícil reinstalarla porque se da en una sociedad distinta. El del trabajo es un mundo heterogéneo, atravesado por muchas diferencias y con mucha segmentación interna. Todavía un 33% de los trabajadores está en una situación de trabajo no registrado”.
Que la sociedad argentina es muy distinta a la de hace medio siglo o 30 años como para anclar en la figura de “columna vertebral” es una evidencia apuntada por varios entrevistados. Ricardo Rouvier señala que incluso antes de la muerte de Perón “estaba concluyendo la idea movimientista” y que el General herbívoro “intentó afirmarse más en las estructuras políticas de la democracia electoral”. Más adelante, “los cambios tecnológicos y culturales en la producción del capitalismo tardío también modificaron la importancia relativa de la clase obrera y su significación en términos de sujeto. Hoy hablamos de sectores populares como un conjunto más amplio que los trabajadores en relación de dependencia. No creo, salvo como una remisión a un pasado dinamizador, que se pueda considerar al movimiento obrero como columna vertebral. El kichnerismo pivotea sobre el relato de la antigua reivindicación de la clase trabajadora y las nuevas capas medias”.
Pepe Robles historiza el asunto describiendo cómo el peronismo fue primero Partido Laborista, un partido de sindicatos, para luego pasar a Partido Peronista, sosteniendo durante un tiempo la tradición de un 33 por ciento en la cuota de poder para los sindicalistas, “enredada” de algún modo en el imaginario de la columna vertebral. “Este esquema se mantuvo vigente hasta que lo rompió Menem. Pero al romper este esquema también rompió al movimiento obrero, que tomó diferentes posiciones frente a Menem. Los gordos tomaron una actitud, Moyano otra, apareció la CTA y los ultramenemistas otra. Por lo tanto, el movimiento obrero se fragmentó y de aquella etapa premenemista no se vuelve más. En primer lugar, porque hay una CTA que ya está afuera y en segundo lugar porque no hay un vínculo orgánico entre los sindicatos y el Partido Peronista. Ni siquiera está claro que el Partido Peronista es el partido del gobierno. Lo que sí está claro es que hay una revinculación del movimiento obrero con el espacio político que sostiene al gobierno”.
Para el Chino Navarro, “el peronismo sigue siendo la columna vertebral del movimiento obrero. Lo que trae de novedoso el kirchnerismo es la incorporación de los movimientos sociales que están integrados por trabajadores que en su momento se agruparon como desocupados porque en los ’90 y en la crisis de 2001 habían perdido su trabajo. El movimiento obrero se puede expresar en la CGT, en la CTA, en los trabajadores que no están encuadrados orgánicamente y resultan determinantes para modificar una sociedad. Si querés que una sociedad sea plenamente equitativa y justa requerís del protagonismo de los trabajadores”.
Lo nuevo. Todos coinciden en que parte de lo novedoso del kirchnerismo es su capacidad de contener representaciones diversas y lo que Rouvier llama “innovaciones culturales que el peronismo no tenía. El matrimonio igualitario, el enfrentamiento con la Iglesia, la actitud frente a las FFAA no eran propias del peronismo de los ’80 y menos de los ’90”. Dicho por Eduardo Jozami, “el peso de los sindicatos en la sociedad argentina en el pasado era considerablemente mayor que en la actualidad. Hoy el sujeto popular que el kirchnerismo convoca reconoce las transformaciones de las últimas décadas, incluyendo a las organizaciones sociales populares, los jóvenes, los universitarios e intelectuales y diversas expresiones de los sectores medios”. O, en traducción del Chino Navarro, “esa diversidad multicolor que se vio en Huracán es lo que te puede garantizar, con un gobierno que tenga la decisión del actual, la posibilidad de ir definitivamente a la distribución de la riqueza en un 50 y 50, como nosotros planteamos.
–Pero además, los sindicatos son mucho más autónomos de lo que eran hace 15 años. Ya no se alinean políticamente tan fácilmente.
Eso dice Pepe Robles y pone sobre la mesa un dato de un proceso que está en pleno desarrollo, pero que puede ser fenomenal: “En estos últimos siete años hubo muchos delegados nuevos. Se han multiplicado por diez y todos pendejos, gente de entre 20 y 35 años. Esto todavía no ha llegado a las primeras líneas de conducción, pero hace ya varios años que ahí están. Además, la conciencia de discutir paritarias todos los años hace que la gente discuta con los delegados en los lugares de trabajo todos los años. Eso es un ejercicio de cultura sindical muy significativo. Se va a notar en todas partes: en las primeras líneas, en las segundas líneas, en las formas de organización...
–Con la virtud de que no hay una amenaza de que se barra con todo como sucedió en el ’76...
–Exacto. Acá la sensación es que no se está apretando el acelerador demasiado a fondo. Todo el mundo prueba de apretar un poquito más a ver qué pasa. Por lo tanto, no te extrañe que una victoria del kirchnerismo sea un aval para todos estos sectores para pegar un salto hacia adelante. Creo que a eso se refería Cristina cuando habló de institucionalizar el modelo.
¿Efectivamente eso quiso decir Cristina? A riesgo de interpretarla como se hacía con las grabaciones de Perón venidas de Puerta de Hierro, Rouvier entiende que “institucionalizar el modelo” tiene que ver con la idea de una construcción política pendiente, “la gran tarea por realizar para asegurar los cambios y darle al peronismo otra realidad orgánica. Este PJ, así como está, es una rémora, y hay que atreverse a modernizar sus estructuras, hacer el trasvasamiento generacional y asegurar la continuidad ordenada del proyecto. Para eso se necesita liderazgo y voluntad política. Va a haber mucha resistencia de los que no quieren cambiar dentro y fuera del peronismo, pero hay que hacerlo. Hay que mejorar los sistemas de representación partidario, profundizar la democracia interna”. Si la interpretación es esa nomás, Pepe Robles añade: “Los sindicatos van a sentir el cimbronazo. En verdad, hace mucho que vienen cambiando aunque no se ve”.
Y si es por la idea de “institucionalizar”, Mocca va por un lugar matizado: “Cristina sabe que no está conduciendo a un partido político institucionalizado, sino que está dirigiendo a un movimiento muy amplio quetiene en su interior historias muy diferentes de la continuidad de este proceso político depende de construir una subjetividad política relativamente institucionalizada. Tampoco es relevante que la cosa sea una institución demasiado organizada porque esa no es la tradición política argentina. Pero sí la capacidad de contener la diversidad”.
Vayamos entonces de la diversidad a la tan mentada transversalidad. ¿La transversalidad original que planteó Néstor Kirchner ya no existe o goza de buena salud pero reconfigurada?
Jozami: –No pudo consolidarse en una primera etapa signada por el predominio excluyente del Partido Justicialista. Tal vez hubo responsabilidades concurrentes, el Gobierno se vio tentado a recostarse en el PJ y los convocados no siempre estuvieron a la altura de las circunstancias. Sin embargo, la profundización de la política de transformación ha ampliado la adhesión de muchos que no se reconocen como justicialistas y creo que el Gobierno avanza hacia un reconocimiento más claro de la pluralidad del movimiento en el que se sustenta.
Rouvier: –La idea apareció luego del 2003 como un modo de superar al peronismo, como un intento de lograr una nueva síntesis. Hoy, la transversalidad es una pata del kichnerismo junto a la principal, que es el peronismo. Esto obliga a una conducción firme y decidida, ya que sin conducción esto se desarmaría y entraría en crisis. Por eso, la candidatura de Cristina es un elemento ordenador de este conglomerado.
Mocca: –Más que transversalidad, hay un nuevo principio de diferenciación en la política argentina que de alguna manera introdujo el proceso iniciado por Néstor Kirchner: los que están a favor de una intervención distinta del Estado, de un proceso de integración regional, de un proceso de intervención muy fuerte en los mercados laborales, de apropiación de la renta extraordinaria que viene de los recursos agrícolas. Toda una serie de elementos que conforman un discurso político. Y ese discurso político ha dividido las aguas de modo diferente. Por eso, más que transversalidad, hay un nuevo principio de diferenciación.
Y en ese difícil equilibrio de las transversalidades y la interpelación a otros actores políticos y sociales, ¿qué pasa con el peronismo?
Jozami: –El peronismo es la tradición política principal de los sectores populares argentinos y debe jugar un rol central. Pero debe existir un sincero reconocimiento del aporte que hoy hacen otras corrientes de pensamiento en la construcción de un proyecto liberador. Prefiero pensar en una amplia confluencia de tradiciones, un diálogo que alumbre una nueva experiencia política, antes que en una simple sumatoria al justicialismo de sellos partidarios que no siempre agregan una real representatividad”.
Navarro: –El kirchnerismo tiene genes claramente peronistas. Pero se trata de un peronismo frentista, pluralista, diverso.
De acuerdo, el peronismo en un lugar central. ¿Y –con perdón– el progresismo?
Jozami: –El progresismo ha quedado, como denominación política, bastante devaluado después de las frustradas experiencias de comienzos de siglo, identificado con la excesiva moderación y la falta de audacia antes que con cualquier propósito de transformación. La maciza voluntad política que demostraron Néstor y Cristina aleja al kircherismo de ese modo progresista de la política. Pero sería un grueso error deducir de esto que no es necesario ganar espacio para el proyecto kichnerista entre los votantes y dirigentes tradicionalmente considerados progresistas”.
Rouvier: –Es muy difícil caracterizar al progresismo. Convengamos que con el kirchnerismo apareció un peronismo remozado, y con nuevas energías; y se fundió con ideas progresistas. Para mí ésa es la síntesis que aparece en La Cámpora, o en la Juventud Sindical. Cuando hablamos del peronismo histórico no podemos dejar de señalar su costado conservador, que sí aparece en los liderazgos de algunas provincias, pero no en la conducción de Cristina.
Repasemos ideas similares pero puestas en eventual conflicto, en el diálogo con Pepe Robles:
–¿Desde el peronismo hay también esa intención de integrarse? Porque los barones del conurbano y los gobernadores con prácticas feudales son una realidad...
–Sí, pero así es la historia. Pensar que la historia va a ser hecha por Caperucitas Rojas es ridículo. Cuando uno entra a Brasil y ve lo que fue el proceso de Lula se da cuenta de que no fue un cuento de hadas. Hay que ver con quién hizo las alianzas y cómo las hizo, con corrupción por todos lados. La historia es muy complicada y muy cuestionable. No da tanto margen para que todo lo hagas muy prolijito. Pero funciona igual. No se puede decir que la Revolución Francesa no funcionó porque hubo guillotina a diestra y siniestra.
–¿Pero pueden convivir bajo un mismo movimiento Sabattella y Curto o en algún momento uno se va a terminar imponiendo sobre otro
–Las dos cosas son posibles. Los conflictos internos nunca desaparecen. Por lo tanto, pensar que va a haber un bando que no va a tener conflictos internos es absurdo. A veces los conflictos internos rompen al bando y a veces no. A veces lo rompen parcialmente y lo reconfiguran. No se puede saber hasta que sucede. Creo que en el caso de la provincia de Buenos Aires van a putear cada uno, pero creo que las colectoras van a correr por autopista. Pero una cosa es que Sabbatella se sume y otra que sea el líder de los negros. Un líder de los negros tiene que ser negro y usar campera de cuero, si no, no es genuino. Las integrantes de las clases medias creen que ellos son más prolijos para dirigir a los negros que los negros. Para un verdadero movimiento de democracia profunda, los negros tienen que ser dirigidos por un negro.
Edgardo Mocca dice que “no es una apuesta totalmente perdida la apuesta a los equilibrios y a la lógica del armado de un nuevo sujeto político”. En cuanto al tipo de tensiones y conflictos que ciertos medios presentan como crisis y eventuales rupturas, “eso no lo resuelve ningún pronóstico sino el liderazgo. Y en ese sentido la Presidenta lo está resolviendo con un estilo muy apropiado. Eso no quiere decir que se puedan hacer fáciles pronósticos de éxito en esa tarea. Creo que es una de las tareas políticas principales que tiene este proyecto. Eso no está escrito”.
Que vivan las clases medias. No hay analista al que no se le haya escapado el hecho evidente de que en los últimos tiempos el discurso presidencial busca mejores niveles de interpelación social y un mejor relacionamiento con las clases medias urbanas, a menudo mal llevadas con ciertas prácticas sindicales. Hubo al menos dos señales fuertes. La primera, cuando Cristina le dijo a Hugo Moyano en el acto en River, en relación con la eventual ocupación de puestos de poder, que ella también es una trabajadora (“trabajo desde los 18 años”). La segunda, en la apertura de las legislativas: “Yo quiero seguir siendo compañera de los sindicatos y no cómplice de maniobras que perjudican a otros trabajadores”. Aquella vez no dejó de subrayar que los ataques al sindicalismo tienen que ver antes que con cuestiones éticas con intereses concretos o con el resentimiento que provoca el lugar transformador que hoy ocupan los trabajadores: “Lo que les molesta son las mejoras salariales logradas en paritarias”.
Rouvier también advierte las novedades discursivas: “A mí me parece que Cristina está enviando señales a la clase media. Por ejemplo, cuando planteó el tema de inseguridad en la apertura parlamentaria; o el de los límites al capital extranjero para la adquisición de tierras; la respuesta a la actitud de Carta Abierta respecto de Vargas Llosa. Cristina está recuperando imagen en los estratos medios, y para asegurar el voto de esos sectores debería continuar con esta actitud de representar más el interés general y no el sectorial. Agrega Jozami: “No está de más recordar que Arturo Jauretche, quien cuestionara el medio pelo y la tilinguería de cierta clase media, fue también quien más insistió en la necesidad de no agredir gratuitamente a estos sectores. La política más avanzada no es la que más ataca a los sectores medios, sino la que logra encolumnarlos tras un proyecto popular. Así ocurrió en los mejores momentos de la historia peronista”.
Vuelto a decir por Navarro: “Los momentos más altos de conciencia y organización de los sectores populares tuvieron que ver cuando los sectores medios se involucraron y comprometieron”. Lo que alguna vez escribió Jauretche en Los profetas del odio y la yapa sobre el viejo peronismo fue esto: “Se cometió el error de desplazar y hasta hostilizar a los sectores de clase media permitiendo al adversario unificarla en su contra”.
Eso fue hace más de medio siglo. El futuro, como señala Mocca, no está escrito, ni viene en manuales.
•JOZAMI
“El peronismo es la tradición política principal de los sectores populares pero hoy debemos reconocer el aporte de otras corrientes en la construcción de un proyecto liberador”
•INSTITUCIONALIZAR
“Institucionalizar no significar cerrar espacios ni formalizar estructuras. Me parece que la Presidenta apunta a reconocer más claramente y organizar el rol de los diferentes sectores. Esto va más allá de lo partidario.”(E. Jozami)
•ALBERTO JOSÉ ROBLES: La relación entre peronismo y progresismo
“La Argentina tiene dos movimientos populares y no un partido de derecha. Algo poco habitual en el mundo. El partido de derecha en la Argentina fueron los militares. La dificultad de vincular progresismo con peronismo tiene que ver con que la clase media se siente amenazada por ‘los negros’. Creo que hay un sector de la clase media que entiende mejor el problema de fondo, que sabe dejar de lado los privilegios étnicos y pasar a construir sociedades de masas. Un país donde en lugar de tener una población de diez millones de habitantes integrados, haya cuarenta millones de habitantes integrados a su vez en un mercado latinoamericano de trescientos millones. Eso es poder económico. Sudamérica va en camino de una década espectacular. Hay un sector de la clase media y del empresariado argentino que ve y comprende que se debe construir una sociedad homogénea que a la vez sea mercado. Porque no debemos olvidar que la homogeneidad también es poder adquisitivo. Creo que estamos en camino de ese gran cambio histórico. La dirección es la correcta, pero todavía no está del todo claro si será posible hacerlo no. Porque para ello se necesita de un sector de la clase media que tome esas banderas. En este momento, la irrupción de la juventud en el escenario político puede estar reflejando el comienzo esperado.”
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