De cara al último año de mandato del actual gobierno.
Estamos
viendo tal vez el comienzo de un nuevo escenario político y económico de cara
al último año de mandato del actual gobierno.
Decíamos
en artículos anteriores que en ocasiones
en la historia ocurren hechos o acontecimientos que de golpe , de manera impensada, hacen evolucionar a las
sociedades. No hay duda de que el ataque
a CFK tocó un límite que sacudió la apatía que la pandemia, la crisis económica
y la dubitativa gestión del gobierno habían producido en la muy politizada
sociedad argentina. La jugada de la oposición que buscaba ‘jubilar’ a CFK
resultó en todo lo contrario, su retorno al centro de la escena.
El
gobierno de Alberto Fernández venia en estos tres años de gestión jaqueado por
una oposición cerril, muchas veces violenta,
que desde el primer día estuvo tratando de esmerilar constantemente su
accionar. Sumado a la crisis económica generada por la gestión macrista, con
una brutal devaluación de nuestra moneda, una inflación cercana al 50%y una
deuda impagable, contraída en forma irresponsable y la atadura a las políticas
del FMI comprometidas por Mauricio Macri. Si a esta herencia, se le suma la
pandemia del Covid19, la larga cuarentena producto de esta, con el golpe muy
fuerte sobre la economía, no solo local, sino también global. Y apenas superada
la pandemia la guerra ruso ucraniana que puso de cabeza la ya vapuleada
economía mundial y la política global, desquiciando los precios de los
alimentos y la energía. Los efectos globales de este conflicto todavía son
difíciles de mensurar pero se prevé un invierno boreal complicado, sobre todo
para la vieja Europa, que quedó presa de
los intereses geo políticos yankys.
En
suma este gobierno sufrió los efectos de una tormenta perfecta, y es aún peor
porque a estas situaciones imponderables le sumó su propia impericia en muchos estamentos de
la gestión.
Si
bien manejo la situación de la pandemia con bastante solvencia y buenos
resultados, en el plano político y económico fue haciendo agua, con políticas
timoratas, un miedo al conflicto con los factores de poder, un consensualismo
que no tenía respuestas del otro lado. Que por el contrario, como los perros,
cuando la oposición veía debilidad, olían sangre, iban con más odio y
violencia.
Como
un boxeador golpeado y siempre al borde del nocaut, solo atina a defenderse y a tirar golpes esporádicos,
esperando el final del round.
El
quiebre fue cuando en su afán de odio, los sectores empresarios y políticos de
derecha, buscaron destruir a la mayor dirigente del oficialismo, Cristina
Fernández de Kirchner. No es casual el ataque a su persona como no lo fue la
feroz campaña de calumnias sobre su figura desde hace años. CFK es el punto más
alto de acumulación del movimiento popular, y solo su figura y liderazgo
político pone freno a las aspiraciones de la derecha de volver a una Argentina
pre peronista, sin derechos laborales, ni sociales ni ciudadanos para las
mayorías populares. La ola neo conservadora que asola al mundo, liberal en lo
económico, pero casi fascista en lo
político, busca a través de sus expresiones en la Argentina, un reseteo
de la sociedad, de acuerdo a valores fracasados y pasados en el tiempo. Estos
sectores saben que su principal
antagonista fue y es el peronismo y su líder CFK.
Una
campaña basada en la mentira y el agravio por los medios de prensa, por periodistas venales y luego tomado por un
aparato judicial, cooptado por los servicios y los intereses corporativos. Uno
a uno se fueron cayendo los juicios en su contra, por falta de sustento en sus
acusaciones. Solo les quedaba el juicio por la obra pública en Santa Cruz, un
engendro que lleva más de tres años de sustentación y que ahora está en las
etapas finales. La sobre actuación de los fiscales, trasmitido casi en cadena por los medios opositores, que
terminó pidiendo 12 años de cárcel e inhabilitación para ejercer cargos
públicos para CFK, generó un efecto
contrario, la movilización de la militancia y de muchos simpatizantes
silvestres en su defensa y apoyo. De forma auto convocada los simpatizantes
hicieron guardia frente a su domicilio durante días, convirtiendo cada entrada
y salida de su casa en una acto político. Estos hechos colocaron a CFK en el
centro de la escena política, ubicándola, como si hubiera hecho falta, en la
líder indiscutida del movimiento popular y alineó a todos los espacios peronista bajo su conducción.
Todos
los dirigentes del FDT dejaron sus diferencias y salieron a apoyar
enfáticamente a la vicepresidenta. También los dirigentes sindicales, los
movimientos sociales, personajes de la cultura, intendentes y líderes políticos
mundiales. Este giro político al interior de la alianza de gobierno se
profundizó luego del intento de magnicidio, que de haberse concretado hubiera
hundido al país en la noche más oscura desde la última dictadura militar.
La
reaparición de CFk, luego de más de tres años en un perfil relativamente bajo,
originó en los sectores opositores una
reacción. No es casual que en los últimos tres o cuatro meses la aparición
pública de pequeños grupos muy agresivos, que originaron diversos escraches
contra ella y contra dirigentes de su partido. Fueron frecuentes los actos
intimidatorios de estos grupos frente a su domicilio, frente al Instituto Patria,
en el Congreso y hasta en la misma Casa Rosada, siempre con total impunidad y cobertura que le daba la
policía metropolitana.
El
intento de asesinato de CFK tiene que entenderse en este marco, más allá del
ejecutor material del hecho y sus colaboradores
cercanos hay una derecha violenta y anti peronista que no tiene límites
en su proyecto político. Es necesario estar muy atentos a la evolución de la
causa llevada a adelante por la jueza Capuchetti y el fiscal Carlos Rimolo,
ambos de reconocida pertenencia al macrismo, de llegar hasta los responsables
directos y los ideológicos. Alguien financió
a estos grupos en su accionar y otros seguramente le dieron letra para
el relato magnicida que querían llevar adelante.
Para
quien le guste o no, Cristina Fernández sigue siendo la figura líder la política
argentina, es al decir de Cooke “el hecho maldito de la oligarquía argentina”.
Si quisieron hacerla desaparecer, la jugada le salió totalmente al revés.
Queda
todavía la continuación del juicio, donde el prevaricato de los jueces y el
fiscal ha quedado de manifiesto. La sentencia de condena ya la tienen escrita
los jueces en su escritorio, se la hicieron llegar los abogados de Magnetto y
la Nación, arietes perversos de círculo rojo de poder en la Argentina. La duda
es si ante estos acontecimientos tendrán el valor de firmarla. Si lo hicieran
lamentablemente escalaria el conflicto hasta límites hoy impredecibles.
La economía:
La
renuncia de Guzmán al Ministerio de
Economía, muy criticada por lo sorpresivo para algunos, fue una salida,
fomentada por algunos sectores internos, pero sobre todo una situación donde el
ministro carecía de poder suficiente como para afrontar el golpe del mercado
contra las política del gobierno, buscando una devaluación brutal que llevara
mayores ingresos hacia los sectores exportadores y concentrados en contra de
los ingresos populares. La salida de Guzmán era inevitable, sobre todo por la
falta de apoyo político por parte del presidente. Las políticas dubitativas del
Alberto Fernández solo hicieron debilitar aún más la gestión de Martin Guzmán.
La
llegada de Sergio Massa, como superministro y con el poder que se le había
negado a Guzmán, fue un golpe muy duro
para los sectores que promovían la devaluación.
Massa
cuenta con peso político propio, y contactos muy fluidos con grupos empresarios
locales, ejemplo Banco Macro o el grupo Vilas - Manzano, pero además tiene
relaciones profundas con el establishment político norteamericano.
El
excesivo consensualismo de Alberto
Fernández, la falta de una metodología
para la toma de decisiones en una alianza de gobierno, una comunicación
ineficaz, el desorden macroeconómico heredado, evaporaron buena parte del
capital político del Frente de Todos, al tiempo que la deuda externa, la escasez
de dólares y la corridas cambiarias que tuvo que afrontar, lo obligó a acordar una agenda política y económica con
el FMI.
Massa asume en un momento muy crítico, en medio de una corrida muy fuerte buscando una devaluación importante, basada
en la falta de divisas en el Banco Central, una inflación galopante y salarios
muy deprimidos: haber cedido a las presiones devaluatorias podría haber
generado un caos económico que hubiera puesto en riesgo el gobierno mismo.
Massa,
con una voluntad de poder de la que careció el presidente encaro rápidamente
las tareas de recomponer reservas, reducir el déficit y morigerar la espiral
inflacionaria. Hasta el momento podríamos decir que la gestión Massa es
altamente positiva en cuanto al cumplimiento de objetivos fijados. Sus
políticas acuerdistas tanto internas con los grupos empresarios más importantes
como con el Fondo y el Departamento de Estado Norteamericano, le dieron una
espalda fuerte para encarar algunas
políticas de ajuste presupuestario, y algunas medidas cuestionada por lo bajo, pero tal vez necesarias para sumar reservas,
como el dólar soja.
A
corto plazo las variables macro económica parecen estar estables, con signos
muy positivos en cuanto a actividad económica, crecimiento del PBI, aumento de
la ocupación, algunos sectores con una tasa de crecimiento alta y constante. El
cuello de botella es y seguirá siendo las reservas de divisas, hoy en un límite
muy bajo; la cuestión de la inflación y los bajos salarios, que golpean más
directamente a los trabajadores, quedaron como asignaturas pendientes.
Para
el mediano y largo plazo, las políticas están orientadas a desarrollar los
cuatro mayores áreas generadoras de dólares: exportaciones agropecuarias,
minería, energía e hidrocarburos e industrias del conocimiento.
Como
factores positivos también podemos citar
que se destrabó el desembolso de fondos por parte del BID, la
financiación china para la construcción
de la dos represas en Santa Cruz, la Cepernic y la Néstor Kirchner y la
Planta nuclear Atucha III. Existen, además, otros datos alentadores, como la
expansión de YPF o la construcción del gasoducto Néstor Kirchner, que unirá
Vaca Muerta con los puertos, para la exportación de Gas. Todas acciones de importancia estratégica
para lograr el autoabastecimiento energético y también convertir a nuestro país
en un exportador de energía .
Las dos caras de la misma moneda.
El
crecimiento de la macroeconomía se mantiene en niveles altos, cercanos al 6% y
la caída del desempleo al 6,7%, la menor tasa desde 2015. Sin embargo estos
números se ven empañados por una alta inflación cercana al 100 % anual. Se
observa una tendencia persistente de
trabajadores con ingresos por debajo de la línea de pobreza, a pesar de ser
trabajos de tiempo completo.
Por
otro lado puede verse un aumento en el consumo de sectores de las clases media alta y
alta, en supermercados, espectáculos, turismo, ocio y restaurantes contrapuestos
al empobrecimiento de pensionados y jubilados y aquellos trabajadores, la mayoría,
cuyos salarios no han acompañado el crecimiento de la inflación, sufriendo un
deterioro sostenido desde 2015.
Estamos
ante un fenómeno nuevo en la Argentina, es indudable que la concentración de la
riqueza que vivimos desde 2015 se ve plasmada en esta nueva realidad: “el
crecimiento económico no reduce los índices de desigualdad”. En otras palabras
la teoría del derrame resulta ser falsa, como todo el andamiaje teórico del
neoliberalismo. Sin políticas activas de redistribución del ingreso el mercado
se apropia de los excedentes, generando ricos cada vez más ricos y pobres cada
vez más pobres.
El
presupuesto 2023 Proyecciones moderadas y mucha disciplina fiscal
En
los acuerdos con el FMI, se comprometieron medidas de estabilización de la
economía de corte ortodoxo, principalmente fuertes recortes del gasto público y
de la emisión monetaria.
Las
proyecciones económicas señalan para el año 2023 una inflación del 60% un
crecimiento del PBI del 2%, un déficit fiscal primario equivalente a 1,9 puntos
del PBI y déficit financiero (sumado el pago de intereses de deuda) de 3,9
puntos, y un superavit en el comercio exterior de 12.300 millones de dólares.
El tipo de cambio promedio del año sería de 219 pesos por dólar, y el correspondiente
al cierre del año, de 269 pesos.
Una
novedad importante en este proyecto de presupuesto se le planteará a los
legisladores que si se dispusiera la eliminación de una serie de beneficios
fiscales en favor de sectores, empresas, regiones, etc, se «podría mejorar la
performance del presupuesto en 2,4 puntos del PBI». Es decir que el déficit
fiscal de 1,9 puntos del PBI pasaría a ser un superavit de 0,5 puntos.
«Si
se elimina el déficit fiscal, desaparece la necesidad de financiamiento, que es
el principal motor de la inflación», señaló una muy alta fuente del Palacio de
Hacienda en referencia a dicha separata.
Lógicamente,
la propuesta de Sergio Massa al Congreso se formula por separado «porque se
requiere de una decisión política de mucho coraje de los diferentes bloques
para votar las leyes que eliminen esos beneficios, como la exención del pago de
Ganancias a jueces y otros funcionarios del Poder Judicial, exenciones
impositivas a determinadas empresas, diferenciales de tasas de impuestos internos
a determinadas provincias…».
Por
ahora quedaron en carpeta la leyes que gravan a la renta inesperada y la que
buscaba crear un fondo para pagar al FMI con los dólares fugados durante el
gobierno de Macri, que impulsa el bloque de senadores del Frente de Todos
(FdT). En su lugar, Massa prefirió impulsar un régimen de anticipo del pago del
impuesto a las ganancias para las empresas.
En
lo relacionado con la inflación, el punto más débil de la gestión económica de
AF, el nuevo ministro rechaza las medidas coercitivas. Su estrategia sigue
siendo convencer al establishment para llegar acuerdos de precios. En este
tema, que golpea fuertemente los ingresos populares, la urgencia ha sido menor
y las definiciones se han aplazado para adelante, mientras se diseñaron algunas
medidas compensatorias como el adelantamiento de paritarias y los bonos para
jubilados. Sin embargo, hasta ahora, la inflación sigue ocupando un lugar principal
en el estado de ánimo de los ciudadanos. Habrá que ver el resultado de estas
políticas de acuerdo de precios; hasta ahora, AF y Martin Guzmán quemaron gran
parte de su caudal político buscando un acuerdo que las grandes empresas nunca
cumplieron.
Nuevo
escenario
Es
evidente que la emergencia de Massa renovó la capacidad de gestión del gobierno
y a su vez abrió canales de diálogo con la mayor parte del establishment
nacional y buena parte del internacional.
Tanto
Alberto como Cristina han venido buscando acuerdos y vías de diálogo con la
oposición, conscientes que la crisis económica y política y la violencia
imperante en algunos grupos de derecha ameritan acuerdos sobre políticas básicas de estado que garanticen la vida
democrática y un piso mínimo de convivencia.
La
respuesta de Macri al pedido de dialogo por parte de la vice presidenta, por un
lado diciendo que “solo con la constitución al lado” como si alguna vez hubiera
respetado las leyes y la instituciones. En el programa de Majul en su canal La
Nación + habló descarnadamente sobre su
supuesto próximo gobierno: Ajuste brutal sobre los derechos populares (baja de
sueldos y jubilaciones, despidos masivos, anulación de la leyes del trabajo,
cierre de aerolíneas y cualquier empresa del estado, eliminación de las
indemnizaciones por despido, etc ) o
palos.
Un líder
debe bancarse muertos si es necesario en el logro de su proyecto. Peligroso
concepto de liderazgo.
También
Patricia Bulrich, Presidenta del PRO contestó con un exabrupto el pedido de
dialogo, “primero le rompemos la boca y cuando sangren conversamos”.
La
coalición de derecha opositora muestra una vez más su cara de violencia y
agresión. Su odio al pueblo y a sus derechos: Lejos quedaron los globos amarillos y los bailes y saltitos ante
las cámaras, ya no hay mensajes de paz y esperanza, solo muestran su mueca de
odio y venganza.
En
este marco no es difícil relacionar a los grupos neo fascistas que intentaron
asesinar a Cristina con sectores y dirigentes del Pro. Los discursos de odio envenenan a la
sociedad en su conjunto y por supuesto prende más en aquellos grupos más
vulnerables y más primitivos en su pensamiento.
Son
notorias las diferencias entre los espacios que conforman Cambiemos. Por un
lado el radicalismo no se resigna a ser “segundon” detrás del liderazgo de
Mauricio Macri. Cuentan con estructuras en todo el país, numerosos intendentes
y gobernadores, tienen una territorialidad que los demás partidos que conforman
Cambiemos no cuentan. La Coalición Cívica con su líder se muestra molesta y
trata de distanciarse., Larreta el mejor posicionado para un posible 2023, se
ve acorralado por los sectores de los
halcones, que lo empujan, más allá de sus deseos, a posiciones muy duras.
El
corrimiento hacia la derecha extrema por parte de todo el espacio Cambiemos, lo
está haciendo perder a potenciales
votantes moderados y/o independientes.
La ciudadanía argentina tiene todavía memoria histórica sobre la violencia
política y los trágicos resultados que trajo en su momento.
Cambio
político
La persecución y el intento de homicidio a CFK
jugaron como un factor de unidad donde todos los espacios salieron a apoyarla
enfáticamente. El ataque a CFK despertó a las bases del kirchnerismo,
devolviéndole una épica y una movilización muy fuerte. Las movilizaciones
callejeras en las últimas semanas fueron un síntoma claro de una nueva etapa.
Además la consolidación de CFK en su liderazgo y protagonismo la colocan, si
ella lo desea, como un candidato presidenciable en 2023.
Sergio Massa, en su nuevo cargo como súper
ministro, le dio al gobierno una capacidad de gestión que no tenía. La híper
actividad del ministro y los buenos resultados obtenidos hasta ahora, muestran
su capacidad de trabajo, pero también su afán de poder de cara al 2023. Si
consigue resolver positivamente la batalla más importante, controlar los
precios y a su vez aumentar los salarios, puede ser un candidato muy potable
para el FDT, si CFK decide no ser y acompañar desde una candidatura a senadora
por la Provincia de Buenos Aires.
En
cuanto a Alberto Fernández, en estos días por EEUU visitando la ONU y
entrevistándose con figura mundiales, además hay que
recordar que es presidente de la CELAC, puede convertirse actor privilegiado
para iniciar un movimiento regional a favor de la construcción de la Patria
Grande, Malvinas, la deuda externa, el lawfare, o liderar un movida contra
los paraísos fiscales, o sea la construcción de un nuevo orden financiero
global.
Para
finalizar, lo central del nuevo escenario es el retorno de las bases a las
calles. Sostener la presencia de la
militancia en la calle y abrir el debate interno, permitirá tensar el conflicto
al mismo tiempo que se abra un compromiso de dialogo.
Podemos
vislumbrar un escenario futuro con optimismo, si se sostiene una economía en crecimiento, con una inflación controlada, un aumento en el salario real, el
reforzamiento de la unidad del peronismo y la movilización popular. En síntesis
si se retoma la iniciativa política y económica, hay 2023.
Antonio
Muñiz
Septiembre
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