Los presentes apuntes tienden a elaborar algunas ideas para comprender la etapa histórica que nos toca vivir y protagonizar.
Es claro que estamos en una de esas
etapas históricas donde ya no sirven los
viejos paradigmas y los nuevos tardan en gestarse. Son tiempos sin certezas,
tiempos de incertidumbre. Ya no hay un techo que nos cobije ni una ideología
totalizadora que explique nuestra posición en el mundo y nos brinde seguridad.
En consecuencia, el propósito de este
texto es describir y analizar el momento histórico que vive el sistema mundo en
el siglo XXI, marcado por un debilitamiento de la globalización y declive de la
hegemonía norteamericana, crisis estructural del sistema capitalista, desde 2008
en adelante, el desarrollo de una pandemia, y para completar el circulo
perfecto una guerra que parece ser el preludio de una tercera guerra mundial.
Desde los años 1920 el mundo no había
experimentado una pandemia tan grave como la del coronavirus (SARS-Cov-2), que
como nunca antes tuvo un alcance planetario, expandiéndose rápidamente a todos
los continentes con una velocidad exponencial de contagio.
Hoy estamos en una etapa de amesetamiento
dada la rápida respuesta en cuanto a vacunaciones masivas y a largas
cuarentenas en la mayoría de los países. Sin embargo el peligro parece que
sigue latente, nada nos asegura que no haya un rebrote a partir un nueva cepa.
Conforme se fue expandiendo la
enfermedad por el mundo, fue profundizando la crisis financiera del
capitalismo, y limitando las posibilidades de la recuperación de un proceso de acumulación.
La pandemia aparece en un momento en que
el sistema mundo capitalista se encuentra en una crisis sistémica, y pone de
relieve muchas de las contradicciones, límites y lógicas de explotación y
dominación del capital y sus élites a nivel planetario.
Una economía, como es la capitalista,
exclusivamente basada en la valorización financiera, una maximización de las
ganancias, una apropiación y concentración de la riqueza, solo ha generado
mayor desigualdad y precariedad; solo producirá efectos sociales negativos, no
solo nuevas y viejas enfermedades, sino también desempleo, pobreza, escases y
hambrunas.
Esto sucede en pleno conflicto
geopolítico mundial y en una situación de crisis capitalista, cuando los
sectores del capital financiero norteamericano y el multipolarismo, liderados por
China, se encuentran en una disputa hegemónica.
“En el siglo XXI el capital y el
capitalismo, ingresa en una nueva fase de globalización o mundialización,
superando así el periodo multinacional de la hegemonía del capital. Fase actual
determinada, principalmente, por el predominio del capital transnacional y,
complementaria y contradictoriamente, por el peculiar desarrollo económico,
industrial y tecno-científico de la República Popular China, principal potencia
hegemónica del multipolarismo (junto con Rusia, China, India, Irán), que
disputa a las corporaciones transnacionales y financieras privadas el comercio,
el desarrollo tecnológico y la expansión de la producción y la inversión
financiera, así como la presencia geopolítica en determinados territorios del
mundo”.
La globalización neoliberal, liderada
por sectores de EEUU, Inglaterra y europeos, se encuentra debilitada y limitada
a partir de la crisis del 2008, de la Lehman brothers. En efecto, en los item
comercial y el financiero, han mostrado desempeños limitados y deterioros
considerables desde el 2008: la economía de los derivados financieros se
estancó desde el 2009 y descendió desde el 2013 hasta el 2017. En el 2019
presenta una importante recuperación, pero sin alcanzar los máximos de la
década del 2000. El comercio mundial también se ralentizó desde el año 2009, y
desde entonces no presenta condiciones para su recuperación.
Ante la crisis de la economía occidental
aparece se y se despliega una forma
peculiar de desarrollo económico, social y político en la República Popular
China y sus aliados orientales. De esta manera, estamos en una etapa de definiciones
y disputa hegemónica entre Estados Unidos y nuevas potencias orientales,
principalmente la China. Situación conflictiva que se expresa en el comercio
mundial, la competencia tecnológica, y el proceso de ingreso a la cuarta
revolución industrial y su utilización productiva.
Además está la relación incompatible del
sistema capitalista actual con la naturaleza. La destrucción masiva de recursos naturales y la alteración del
ecosistema mundo, ha desatado una crisis paralela, una crisis ecológica y medio
ambiental, alimentaria y civilizatoria.
La
guerra como continuación de la política.
Como decíamos más arriba se muestra hoy
claramente uno de los aspectos más
significativos de la actual conformación del capitalismo global: la emergencia
contradictoria de un bloque de poder euroasiático que cuestiona la hegemonía
capitalista norteamericana.
En efecto, son dos importantes acontecimientos
históricos los que marcaron el final del siglo XX: el desplome de la Unión
Soviética y del bloque socialista, por un lado; y por otro, el desarrollo
peculiar de la República Popular China a través de la incursión en su
desarrollo de las corporaciones transnacionales norteamericanas y europeas más
una férrea planificación estatal, además de una clara política de fomento a nuevas
tecnologías a través de procesos de innovación y desarrollo, aplicado a la
producción. Así hoy China lidera el cambio tecnológico global apuntando a
aquellas actividades basadas en las 4G y 5G. Todo hace pensar que China está
liderando la nueva revolución industrial
Por otro lado la Federación Rusa ha ido
reconstruyéndose a partir del liderazgo de Putin. Luego de la caída de la Unión
Soviética y la debacle del comunismo en toda Europa del Este, Rusia ha podido
reconstruir parte del viejo territorio soviético, consolidar su aparato
productivo y ha logrado un liderazgo importante en cuanto al desarrollo de tecnologías
militares. Todo esto más el liderazgo
político fuerte de Putin le han permitido recobrar nuevas posiciones en el
escenario internacional.
Es en este sentido, que el nuevo liderazgo que
estaría conformando China está basado en la alianza con otros países orientales
como son Rusia, Irán, India, que por la complementariedad generan fortalezas
económicas, militares y estratégicas. Este nuevo bloque continúa aumentando su
influencia en el mundo, con el triunfo en la guerra de Siria, en el plano político-militar,
así como el impulso de la Ruta de la Seda en el plano económico, del comercio e
inversión, euroasiático. Además, la expansión de la influencia de la mencionada
potencia asiática en otros países más pequeños de la región se ha fortalecido; son los casos de Siria,
Filipinas, Birmania, Malasia, Corea, Pakistán, Indonesia. Son fuertes las
inversiones de China en África y en América Latina.
La reciente cumbre de los Brics marca un
nuevo hito en la construcción de un nuevo orden mundial. Al grupo inicial Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica, se han sumado en 2021 a Bangladesh, Egipto,
Emiratos Árabes Unidos, además, todavía en un nivel de negociación están
Argentina, Indonesia, Kazajstán, Nigeria, Arabia Saudita, Senegal y Tailandia que
se sumaron a los 5 miembros iniciales de BRICS. Los líderes de algunas de estas
naciones estuvieron conectados a la cumbre de Beijing en estos días.
Los Brics pueden convertirse en una plataforma
de desarrollo y de una gobernanza global, con una lógica no ya imperialista,
tal como fue Occidente en los últimos 500 años, pasando a una lógica de cooperación entre pueblos y
naciones, un generar confianza entre las partes, muy de lógica política china.
Lamentablemente la historia muestra que
este tipo de conflictos por la hegemonía global terminan escalando en
conflictos bélicos.
En realidad desde hace varias décadas
vienen desarrollándose conflictos de orden regional donde siempre está presente
el interés anglo yanqui, para apoderarse de los recursos del tercer mundo, casi
siempre el petróleo.
En este marco deben leerse los
conflictos en todo medio Oriente y Asia central desde hace décadas.
En esta estrategia norteamericana vía
OTAN de cooptar a los países de Europa del Este, ex comunistas, para cercar y
aislar a la Federación Rusa, llevando los misiles y bases hasta su frontera
misma.
El objetivo era debilitar a Rusia,
ponerla de rodillas y así romper la alianza ruso china, como también poner freno
a las negociaciones con Europa, en especial Alemania, con la integración en un
gran bloque euroasiático, que, de concretarse, hubiera dejado a EEUU fuera de jugar en las
grandes ligas de la política internacional.
Según el Papa Francisco estamos viviendo
la tercera guerra mundial, esta vez en etapas.
Según el historiador Eric Hobsbawm la
segunda guerra mundial fue la continuación necesaria de la primera guerra. Si
tomamos esta hipótesis podríamos pensar que esta etapa que estamos viviendo
puede ser la continuación de la segunda guerra mundial.
Los ejércitos soviéticos derrotaron al
Tercer Reich y tomaron Berlín, los
tanques norteamericanos al mando del General Patton llegaron más tarde, cuando
la derrota de Alemania era un hecho concreto.
Patton expresaba que la guerra debía
continuar y avanzar contra el régimen soviético. Este pensamiento formaba parte del
establishment norteamericano e inglés, por el cual el verdadero enemigo era la
Rusia comunista y no la Alemania nazi.
Un mundo agotado por la guerra y sobre
todo la aparición de las armas nucleares, de destrucción masiva, hicieron
imposibles esa lógica de conflicto. Pero desataron un mundo bipolar, conocido o
caracterizado como “guerra fría”.
El resurgimiento del poderío militar y
político de la Federación Rusa, su alianza con China y otros países de la
región, más la posibilidad de acercamiento con la Unión Europea, a través de
Alemania y la provisión de Gas y combustibles, hizo aparecer en la elite
norteamericana de políticas anti rusas. En ese marco deben leerse la ampliación
de la OTAN hasta casi las fronteras rusas. La respuesta de Rusia fue clara y
contundente, avanzó militantemente sobre
los territorios ucranianos, donde predominan las poblaciones de origen ruso
parlantes, que eran objeto de violencias y segregación por parte del gobierno
pro occidental de Ucrania.
El conflicto ruso ucraniano ha mostrado
hasta el momento la enorme superioridad del ejército ruso, que ha ido
conquistando territorios, paso a paso, sin demasiadas baja propias ni del adversario y tampoco ha dirigido sus ataques
a poblaciones o estructura civiles. Está llevando a cabo un operación quirúrgica,
que si no fuera por en apoyo de países de occidente ya hubiera hecho caer el
régimen de Kiev.
EEUU y Europa ha condenado las acciones
de Putin y han provisto material de guerra a Ucrania, además de aplicar
diversas y duras medidas de boicot económico y político a la Federación Rusa.
Sin embargo hasta el momento todas esa medidas ha demostrado su fracaso, y
algunas por el contrario han ido fortaleciendo la posición rusa. Si queda claro
que la guerra y las sanciones aplicadas han generado un mayor caos en las economías
y mercados globales. Los precios se han disparado, fomentado un inflación muy
alta para los estándares internacionales, pero los aumentos en especial la energía
y los alimentos son alarmantes, asi como su faltantes en muchos de los
mercados.
Debe quedar claro que más allá de la
cháchara y la propaganda bélica, que pretende que el conflicto es por la “democracia,
la libertad, los derechos humanos”, etc, lo que está en discusión en el mundo
no es el enfrentamiento entre dos sistemas políticos, económicos y sociales contrapuestos, sino que
en el seno del capitalismo planetario se tejen y cocinan una serie de conflictos,
a veces diplomáticos y otra violentos, entre estados nacionales, resultado de la competencia de las potencias
capitalistas por la hegemonía mundial, es decir por el control de la economía
mundial y los recursos naturales.
Esto no es nuevo en el desarrollo del
capitalismo. La expansión capitalista en las últimas décadas, que se dio
privilegiadamente en territorios como China y Rusia, los países asiáticos como
Corea, Vietnam, etc, han dado lugar, paradójicamente, en las primeras décadas
del siglo XXI, en medio de la pandemia desatada en el 2020, a un nuevo momento
de disputas, competencias e interrelaciones entre potencias dominantes y
emergentes, abriendo grietas en la hegemonía y poniendo de manifiesto
conflictos entre las distintas fracciones del poder mundial.
Como ha sucedido en el curso histórico
del desarrollo capitalista, los declives y las crisis han dado lugar a procesos
de surgimiento de un nuevo hegemón. En el pasado podemos mencionar el pase de
la hegemonía española al surgimiento del imperio inglés y la decadencia de este
dio lugar, post primera guerra, a Estados Unidos.
Lo singular del actual proceso histórico
es el declive de los Estados nacionales, en beneficio de las corporaciones
trasnacionales privadas, al mismo tiempo que aparecen nuevas potencias emergentes
como la China, Rusia, la India, etc., la decadencia de otras, como Europa y
EEUU. Todo este nuevo escenario anuncia disputas y conflictos pero también nuevas
perspectivas geopolíticas y nuevos paradigmas, para enfrentar la crisis global.
La
decadencia de occidente
Los debilitamientos militar, comercial y
geopolítico de los Estados Unidos, son síntomas de un proceso de decadencia que
coincide con los patrones propios de declive de anteriores momentos históricos.
La incapacidad de EEUU para ejercer su
liderazgo político es cada vez más evidente. La única lógica que atienden es la
del bravucón que se impone por su fuerza. Pero hoy ni siquiera le alcanza con
su poderío militar. Su fracaso político militar en Irak y Afganistán es
evidente, así como su impotencia para resolver el conflicto en Siria, donde fue
claramente derrotado por la coalición Siria, Rusia, China, Irán, etc. Y además
su incapacidad de enfrentar a Rusia y sostener al gobierno Ucraniano, más allá
de la propaganda y la provisión de armas, que no es más que un negocio de su
industria militar.
Es indudable que la aparición de una
figura como Trumps, un hombre de negocios “no siempre limpios” pero un outsider
de la política, que pudo imponerse por sobre toda la estructura del Partido
Republicano y ganar la presidencia muestra la decadencia de toda la clase política
yanky. Su fracaso estrepitoso y su reemplazo por el demócrata Bidem, un
presidente muy débil, muestran las
flaquezas de todo el sistema de poder que gobernó a EEUU durante los últimos 70
años.
Varios son los hechos que abonan esta situación de
decadencia, una la avanzada de la Corte Suprema norteamericana con un fallo contra la libertad de las mujeres a elegir y
decidir sobre su cuerpo, revocando el derecho al aborto, por lo cual EEUU
retrocede 50 años, la negativa de la Corte y de la estructura política a
regular la venta y uso de armas de fuego, basados en “un derecho natural” a
defenderse, que tanto daño y sangre causo en la sociedad yanqui, la amenaza de
ruptura del Estado de Texas de separarse de la Unión, con pronóstico por ahora
de incógnita. Para completar el cuadro esta misma Corte, que adhiere al
Trumpismo, esta con la posibilidad de avanzar, así como lo hizo contra el
aborto, contra los derechos civiles de las minorías, que llevo décadas de lucha
conseguir.
A la decadencia política tanto interna
como externa, además EEUU debe sumarle una crisis económica estructural
importante, que está dejando una ola de pobreza e indigencia en la población,
una situación de precariedad social no vista desde la gran crisis de los años
30. Un escenario preocupante.
Por otro lado la Unión europea ha ido
perdiendo peso político y económico, a la par que fue perdiendo soberanía en
manos de EEUU y su alianza militar la OTAN. La subordinación de sus intereses detrás de
los intereses geopolíticos yanquis, muestra el deterioro político de la otrora
orgullosa Europa. Rusia pudo haber sido el gran proveedor de energía para el
resurgimiento económico europeo. Sin embargo la miopía de su dirigencia hizo que
se alinearan con EEUU en lugar de continuar las negociaciones y la integración con
Rusia y la construcción del gran gasoducto, a subordinarse al poderío militar y
económico yanqui y pasar a depender a EEUU para la provisión de energía, por
supuesto un mayo precio.
El
reciente foro de San Petersburgo para el Norte y el Sur Global, Vladimir Putin
ha marcado algunas ideas fuerzas, que es necesario conocer y evaluar para entender
el mundo que está pariendo delante de nuestros ojos.
*La era del mundo unipolar ha terminado.
* La ruptura con Occidente es
irreversible y definitiva. Ninguna presión de Occidente lo cambiará.
* Rusia ha renovado su soberanía.
*El reforzamiento de la soberanía política
y económica es una prioridad absoluta.
*La UE ha perdido por completo su
soberanía política.
*La crisis actual muestra que la UE no
está preparada para desempeñar el papel de un actor independiente y soberano.
Es solo un conjunto de vasallos estadounidenses privados de cualquier soberanía
político-militar.
*La soberanía no puede ser parcial. O
eres un soberano o una colonia.
*El hambre en las naciones más pobres
estará en la conciencia de Occidente y de la eurodemocracia.
*Rusia suministrará cereales a las
naciones más pobres de África y Oriente Medio.
* Rusia invertirá en desarrollo
económico interno y reorientación del comercio hacia naciones independientes de
EE.UU.
* El futuro orden mundial, ya en marcha,
estará formado por fuertes estados soberanos.
A modo de conclusión, en el caso
Argentino y latinoamericano, está por delante su inserción en el nuevo mundo
que se está gestando. Es necesario profundizar el análisis de las tendencias y
los intereses concretos que se están jugando, tanto en un eventual recuperación
del capitalismo, como a posibilidades concretas de cambio hegemónico y
civilizatorio.
En ese sentido Latinoamérica viene
marcando un camino, por supuesto lleno de contradicciones, de unidad política y
económica. El resurgimiento de los movimientos nacional populares y/o
progresistas parece consolidarse a partir del triunfo de Boric en Chile, Petro
en Colombia, el posible triunfo de Lula en Brasil y la crisis, con el pueblo
indígena en la calle, en Ecuador.
El camino es la consolidación y fortalecimiento
de los estados nacionales soberanos, unidos en un bloque político y económico común
que le permitan insertarse en igualdad al nuevo orden global.
Todo está en construcción pero muestran
un continente vivo y en lucha, buscando su destino.
Antonio Muñiz
Junio 2022
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