Argentina 2050. Modelo para armar


La llegada del gobierno de Alberto Fernández abrió  la esperanza de que un nuevo modelo de país inclusivo, productivo, generador de riqueza y conocimientos fuera posible.
El nuevo gobierno heredó una crisis económica y social producto de la mala praxis del gobierno macrista, tal vez el peor y más corrupto en la historia. Es por ello que AF se preparó para enfrentar un escenario muy complejo donde los dos ejes centrales eran la renegociación de la deuda externa generada por le macrismo y atender la emergencia social y alimentaria, también heredada. Sin embargo la vida te da sorpresa, y a poco de iniciar la gestión se desató  la pandemia global de Covid19, que puso al mundo en cuarentena.
Rápidamente el gobierno de AF puso en marcha políticas de prevención extrema; a contramano de los países centrales, se privilegió la salud por sobre la economía y los negocios. Hasta el momento la estrategia ha dado muy buenos resultados, al calor de la estadística global; se puede ver el desastre sanitario y por ende económico en EEUU, Brasil, Chile, o Ecuador, etc, que  han llevado una estrategia contraria.

Mirar hacia adentro.

Es indudable que el colapso de la economía global, dado el fracaso ya evidente y la inviabilidad histórica mostrada por el modelo neoliberal hegemónico más el golpe dada por la pandemia del covi19 han puesto patas para arriba todo el sistema mundo que nos regia en las últimas cuatro o cinco décadas.
Argentina necesita, y es la oportunidad, cambiar drásticamente su proyecto  de país,  debatir otros modelos  alternativos de desarrollo para abandonar el ya caduco, basado en la exportación de materias primas, en la lógica extrativista de la explotación de los recursos naturales no renovables, servicios y sobre todo la financiarizacion de la economía, en detrimento de la economía real de bienes. Este modelo imperante desde 1976, ha entrado en crisis, pero en el medio dejo más del 50 % de población en la pobreza y la indigencia, un aparato productivo monopolizado y extranjerizado, un país endeudado y una sociedad desintegrada.
Es previsible una baja sostenida en los próximos años de los precios de los commoditys agropecuarios que exporta Argentina; además para agravar aún más la situación externa futura, el proyecto Vaca Muerta, entra en una situación de inviabilidad con los precios internacionales del petróleo en caída. Fue y es riesgoso creer que un proyecto como Vaca Muerta y la explotación de combustibles fósiles pueden ser la salvación ante la crisis económica del país. Si queda una enseñanza de este fracaso es que es inviable para un país y sobre todo para Argentina, basarse en una explotación de recursos naturales, con una lógica puramente extrativista, cuando el país no maneja los precios, por lo que queda dependiente de los mercados internacionales, ayer de la soja o el trigo, y en este caso del petróleo. Se apostó  muy fuerte a Vaca Muerta, siguiendo la lógica de las petroleras, y se fracasó, generando una mayor dependencia de los combustibles fósiles, mientras se renunciaba a generar otras fuentes energéticas renovables.
Lo mismo sucede con otras explotaciones estrativistas como la minería. La mayoría de las veces se trata de explotaciones contaminantes del agua, del aire y de la tierra, que pagan poco o nada al erario público en impuestos. En el caso de las mineras que por tener una ley de estabilidad fiscal por treinta años desde la década del noventa, solo pagan, por ejemplo en el caso del oro, 4 pesos por dólar ingresado y a las provincias le paga el 3% sobre lo que las empresas declaran por declaración jurada. Argentina exportó,  en 2018, 62 toneladas de oro por 2442 millones de dólares, es mayor el ingreso por la exportación de oro que las tradicionales de carne.
Todas estas actividades operan con alta rentabilidad,  pero son verdaderos enclaves que agreden  el medio ambiente,  sin efecto multiplicador sobre el trabajo y la economía. Es claro ver esto cuando se analiza el impacto sobre la mano de obra local, se verá que en general es muy escasa y en otros es expulsiva de la población del lugar.

 Sin Estado  y planificación participativa no habrá desarrollo,  ni sociedad incluyente:        
                                                                                        
Si nos proyectamos al futuro podemos ver que Argentina tiene actualmente 45 millones de habitantes y se estima que alcanzará que para 2050 alrededor de 54 millones.
La edad promedio estimada en el país es de 32,5 años y se proyecta que para 2060 sea de 43 años. Es decir que tendremos por entonces una pirámide poblacional envejecida, similar a países de Europa hoy, con lo cual esto agudizara problemas ya existentes sobre todo el previsional y los gastos de salud. Esta tendencia poblacional nos muestra además una limitación al desarrollo, carecemos de escala suficiente. Esto nos obliga a pensar un modelo de integración, sobre todo con los países de la región, pero también nos limita a que el modelo proyectado debe basarse en salarios altos con máximo empleo, a fin de ampliar y potenciar el mercado local y regional.
Descartadas las inversiones extranjeras orientadas al sector productivo como motor del desarrollo, dado el cierre de las economías y las crisis en cada país. Ya esa táctica neo desarrollista planteada por el macrismo permitió ver su inviabilidad, tendencia hoy agudizada con la pandemia. Teniendo claro también que la burguesía argentina tiene vicios de origen, taras ideológicas y una incapacidad de conducir un proceso sostenido de reindustrialización. A lo largo de la historia la burguesía nacional defeccionó  en varias oportunidades históricas  y nada hace prever que cambien su conducta. Con el agravante de que muchos de sus negocios trasnacionalizados quedaran  golpeados por las secuelas de la pandemia y la crisis global.
Es por ello que es vital el rol que asuma en la próxima etapa el Estado;  es necesario que este sea el motor del proceso re industrializador, volver a un Estado Desarrollador, en todos los ámbitos de los servicios públicos y en aquellas áreas estratégicas,  que lidere  el proceso, como orientador de las fuerzas económicas y del trabajo, dador de premios y castigos, que instrumente la táctica basada en los objetivos estratégicos definidos en la etapa previa de la planificación participativa.
Está clara la necesidad de una planificación estratégica para potenciar el  desarrollo nacional y regional, que permita  generar riqueza con  una inclusión social plena y utilización inteligente de los recursos naturales; es decir lograr un desarrollo sustentable.

La planificación debe basarse en un criterio participativo, donde sea la comunidad en su conjunto la que fije los objetivos y la estrategia para su concreción.  Este proceso de planificación participativa debe basarse en la premisa de tres ejes complementarios: crecimiento económico,  inclusión social y protección ambiental. Sin el cumplimiento de estos tres objetivos simultáneamente no existe desarrollo sustentable.  Estos objetivos, deben a su vez pensarse con otros tres ejes trasversales: soberanía nacional, desarrollo federal y perspectiva de género.  

En principio es necesario de retomar los esfuerzos para poner en marcha el golpeado aparato productivo nacional, reiniciando el proceso de  industrialización.  Seguramente el camino más rápido y lógico en poner en  marcha el aparato productivo, hoy semi parado, y luego avanzar en todas las industrias relacionadas al agregado de valor a las materias primas exportables, granos, carne, minerales, petróleo, energía, etc, potenciando las cadenas de valor, generando empleos y exportándolos con mayor valor agregado.
En este esquema es importante el rol tanto de las mipymes y de la empresa cooperativa, en todos sus niveles y categorías.
La apropiación de los recursos de la comunidad a partir  algunos instrumentos cooperativos y su re direccionamiento hacia el bien común, puede ser una salida a muchos problemas y carencias sociales así como también una vía de acumulación de capital en manos de la comunidad toda.
Por el otro el sector mipymes es un sector dinámico, que puede rápidamente coordinar y aunar recursos humanos y económicos en una unidad productiva flexible.  En este sector la creación de puestos de trabajo requiere una baja inversión por puesto,  comparada con la gran empresa. Por lo que es una salida en una estrategia de creación de empleo.
En este nuevo escenario surgen nuevos desafíos, producto, por un lado, del descalabro económico y financiero y los cambios políticos y sociales que dejara la pandemia a nivel local y global. Por otro lado las nuevas tecnologías están generando cambios en los procesos productivos y en el  mundo del trabajo, con el surgimiento de nuevas modalidades de trabajo y nuevos sectores que aún no han sido regulados apropiadamente. Las más evidentes, porque estamos conviviendo con ellas, son  el delibery, uber, tele trabajo, educación a distancia, etc.
Cuando hablamos de desarrollo industrial debemos considerar nuestra principal restricción externa: la imposibilidad para generar los dólares necesarios que necesita nuestra economía. Esto es lo que nos lleva a crisis recurrentes y limita los campos en los cuales podemos invertir como nación. Esto sucede, por ejemplo, con nuestra industria automotriz, que tiene carácter deficitario en dólares.
Por ello es necesario planificar actividades de exportación que generen los dólares necesarios para afrontar los compromisos externos, las importaciones de bienes intermedios e insumos con destino a la industria local, la importación de bienes para el consumo final y el turismo al exterior, y la demanda de dólares para el ahorro personal, que rompan la lógica de las crisis recurrentes y el endeudamiento externo.

Saltando etapas:

Es importante considerar  que un proceso de industrialización por sustitución de importaciones, tal cual ha sido el modelo utilizado en nuestro país corre con la desventaja que se hace lento y pareciera nunca alcanzar los estándares internacionales, por ello es necesario pegar un salto cuali y cuantitativo, o sea saltar etapas y posicionarnos en las áreas claves.
Según los expertos estamos viviendo las postrimerías de la tercera revolución industrial, basada  en la integración de las computadoras y las tecnologías automatizadas en los procesos de producción, las redes y las telecomunicaciones también están presentes. Según otros expertos opinan que ya estamos en el comienzo de la cuarta revolución. Esta está basada en las tecnologías conectadas a internet (internet de las cosas, inteligencia artificial, "big data", la nube, robótica, realidad aumentada, drones, etc.), y que también se denomina Industria 4.0 o industria inteligente.
 “La quinta revolución industrial será mucho más rápida y más escalable, y será adoptada por mucha más gente. Todas las personas en el planeta experimentarán una revolución personal. La impresión en 3D, los "wearables", asistentes virtuales, robots, autos sin conductor, entre otros, todo estará disponible y hará las vidas más simples, rápidas y productivas. Los actuales avances en inteligencia artificial y computación cognitiva están haciendo que los sistemas puedan analizar datos en tiempo real para completar funciones más complejas, asociadas a la resolución de problemas, que en el pasado se creyó que eran el dominio exclusivo de la mente humana, como también se creyó en algún momento de nuestra historia que la tierra era el centro del universo. Lo cierto es que estamos en presencia de etapas iniciales de una revolución industrial 5.0, lo que en palabras simples implica una mayor y estrecha colaboración entre las tecnologías inteligentes y los seres humanos y no la sustitución de este último. Las nuevas tecnologías inteligentes presentarán a las personas distintas opciones factibles, para así guiar sus decisiones sobre cómo proceder de la mejor manera. En este entorno 5.0 de colaboración entre personas y tecnologías inteligentes, todos los procesos se ejecutarán más rápido, las decisiones serán mejores y los resultados serán mucho mayores”. (Andrés Silva Aranciba)
Comparando la cuarta revolución con la quinta, pareciera que la gran diferencia es que la cuarta se queda más a nivel de la industria y la quinta llega hasta la sociedad en general, es decir que impactará la vida de todos los seres humanos.
Es por ello que será necesario y posible planificar el desarrollo industrial potenciando aquellos  sectores intensivos en tecnología, espacial, nuclear, 4 y 5G, biotecnologías, robótica, IA, farmacéuticas, software,  nuevos materiales, etc. 
Tienen varias ventajas, pero una es que requieren menor inversión inicial de capital y que con poca inversión adicional se puede generar nuevos empleos: en contraste con la industria tradicional que requiere ingentes sumas de inversión para la creación de puestos de trabajo.
“La economía del conocimiento, conformada por sectores vinculados a la alta tecnología, al software, a la educación, a la investigación científica, al desarrollo, la robótica, las telecomunicaciones, y las audiovisuales, entre otras, es una industria que atraviesa cada vez más a todas las ramas de la economía, para potenciar su productividad”.
“Asimismo, la industria del conocimiento ya es el tercer complejo exportador de la economía, después del complejo sojero y el de la industria automotriz, que facturó 6088 millones de dólares el año pasado, con mayor valor agregado, y por lo tanto, con un mayor margen superavitario”. El sector contaba con “un total de 437.000 puestos de trabajo, a fines del 2019”.  (Verónica Tenaglia). (1)
Por último, otra ventaja de  la quinta revolución industrial está enfocada a la " economía circular " ecológica y sostenible. Todo se recicla y nada sobra. Este concepto de una eco industria verde es imprescindible para  un planeta de recursos finitos, que  todo se aproveche y nada se deseche.
Queda claro que un proceso de desarrollo  como el aquí resumido requiere en principio un fuerte consenso de la comunidad, esto solo se puede lograr con una activa participación de todos los actores sociales, económicos, del conocimiento, de la cultura, etc, en la fijación de los  objetivos estratégicos, en segundo lugar un rol muy activo del Estado, por un lado invirtiendo en educación, en formación laboral y en ciencia y tecnologías. Hay que plantear  una revolución educativa que prepare a toda la población para el salto tecnológico. Por eso la educación debe ser pensada como un proceso continuo, pero que a su vez  cubra a toda la población, y no solo a los jóvenes, que por supuesto deben ser los sujetos directos y más importantes, aunque no los únicos.
El estado también debe asumir un rol emprendedor, por supuesto que no se trata de volver al estado burocratizado de antaño, sino a uno dinámico y controlado por la participación de comunidad en su conducción. Por ello será necesario en este proceso cambiar y modernizar la estructura legal y gerencial de las empresas del Estado
El estado deberá llevar adelante la política de desarrollo orientando sus recursos a los objetivos planteados, utilizar su poder de compra para el fomento de áreas, empresas o regiones, y emprender,  por si o asociados con los privados,  aquellos proyectos estratégicos o de punta. Argentina cuenta con experiencias importantes en este tipo de proyectos tecnológicos, casos concretos la CNEA y todo el desarrollo en energía nuclear, lo mismo que  INVAT, con el desarrollo de pequeños reactores, así como tecnología satelital.

Antonio Muñiz
10 de junio 2020

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