La derrota del Proyecto Popular en el 2015, por
primera vez en un marco de elección democrática, marcó un antes y un después. Siempre las
derrotas del campo popular se habían producido por golpes militares, más o
menos violentos, pero siempre significaron un retroceso para los sectores
populares y una entronización de los grandes grupos económicos, la oligarquía
agro financiera, y los intereses de EEUU en la región.
Perder una elección ante una coalición de centro
derecha, liberal y neo conservadora, que aunque por un escaso margen, tiene que
llevarnos a una profunda autocritica, No para flagelarnos en público ni para
pasar “ boletas” a las conducciones que nos llevaron a la derrota, sino para
entender los cambios que hubo en nuestra
sociedad en la última década, cuáles eran sus aspiraciones y deseos que no
pudimos ver y por supuesto dar respuesta.
El peronismo se encuentra en ebullición, hay
numerosos grupos militantes trabajando y
debatiendo, haciendo autocritica y construyendo el futuro. Hemos escrito y dado
nuestra opinión, modesta, sobre cómo construir un peronismo victorioso y que
recupere el gobierno, pero que por sobre todo pueda cuestionar y acumular poder
para construir la sociedad justa y soberana que nosotros ansiamos. Lo hacemos sin una pretensión doctoral y
paternalista, sino desde un lugar de militante de base, con muchos años en el
peronismo. Es cierto que la antigüedad no da derechos y menos sabiduría, pero
desde ese lugar modesto pretendemos aportar ideas para el debate.
García Linera en su lectura sobre el triunfo de Mauricio
Macri en la Argentina, dejó una frase que sirve de lección para el resto de los
procesos abiertos en América Latina: “El
continente está ante una disyuntiva: o profundizar los procesos revolucionarios
desde adentro o el regreso de la derecha, sólo hay dos caminos. Argentina ha
develado la disyuntiva”.
El líder boliviano destacó tres enseñanzas
políticas que deja este cambio de escenario en la región: la importancia de los
liderazgos, la estabilidad económica y la profundización de los procesos
revolucionarios.
La segunda lección que dejó la derrota del
kirchnerismo -según García Linera- es la importancia de la gestión económica
para generar “estabilidad y una profundización de justicia e igualdad en los
procesos revolucionarios”.
Como tercer aprendizaje, evaluó que para los
procesos políticos progresistas sólo existen dos alternativas, continuar
“impulsando las transformaciones, radicalizando el proceso”, o caso contrario
se generará un “retroceso, la derecha, el conservadurismo, la regresión”.
Lamentablemente, estos análisis, correctos,
llegaron tarde, pero es fácil analizar la historia con el diario del lunes.
Sobre todo en los últimos dos años del gobierno de
CFK mostraron deficiencias graves de gestión
y sobre todo de construcción política. Decíamos en artículos anteriores
que desde la creación de Unidos y
Organizados y desde el empoderamiento de La Campora, se inició un proceso
de sectarismo, falta de discusión y debate interno y una lógica amigo –enemigo
que fue minando y expulsando sectores que habían acompañado hasta ese momento,
Lejos estamos de demonizar a La Campora, por el contrario creemos que fue una
experiencia rica que permitió el ingreso a la política y al movimiento nacional
de amplios sectores juveniles, pero quedo demostrado que con eso solo no
alcanzaba, que quedaban afuera los sectores gremiales más fuertes, las pymes,
muchos movimientos sociales y sobre todo sectores obreros y clase media baja
que no fueron tenidos en cuenta.
Toda política de reconstrucción del Movimiento Nacional y Popular debe pasar
por volver a ser mayorías, a ser gobierno y reconstruir el país, desde el
fracaso de las políticas neo liberales, que ya están mostrando sus frutos. Nada
bueno sale de los liberales. No son un modelo político, son un programa de saqueo y ruina de nuestros
países,
Ahora,
volvemos ¿pero para hacer qué?
De alguna manera se subestimo al adversario,
primero se creyó que no podían ganar una elección y después que no iban a poder
avanzar en la reformas estructurales de desmonte de lo construido de la década
K. Ingenuidad que nos está costando caro. La derecha argentina no es
democrática, ni moderna, ni civilizada, es una derecha retrograda, rapiñera y
saqueadora, van a destruir todo lo bueno que tuvo y tiene la sociedad
argentina. La igualdad, el ascenso social, los salarios altos, la
industrialización, el trabajo y el estudio para todos, etc.
Como hacemos para reconstruir sobre lo que quede? ¿Con que poder y recursos desmontamos la
estructura legal y política que nos va a dejar el neoliberalismo?
No es la idea de esta nota discutir un plan de gobierno
futuro, sino plantear algunos ejes que creemos son centrales para empezar a
pensar una reconstrucción del país.
Construcción
de la Patria Grande.
Si algo queda claro de esta experiencia histórica,
pero también de otros fracasos anteriores, es que no hay destino para nuestros países
en forma individual. Solo son posibles los movimientos populares dentro de un marco
regional.
Se avanzó y
mucho en la idea de la integración política y regional, tanto el Mercosur, la
Unasur, etc. El Tándem Néstor – Lula – Chavez, marco un tiempo y tuvo su gran
triunfo con el rechazo al ALCA en Mar del Plata en 2005. Sin embargo el proceso
quedo trunco, no se pudo avanzar más, quedaron solo en proyectos objetivos como
el Banco del Sur y una mayor integración política y económica del Mercosur.
Debemos comprender que si no nos unimos con los
demás países de Latinoamérica no es posible ningún proceso de transformación,
inclusión social y liberación nacional. Separados nos comen de a uno. Paso en
los 70, con los golpes militares, y está pasando en este momento. Una tarea
clara para la militancia será construir y abonar los lazos de unidad y de
integración, no solo entre los gobiernos, sino sobre todo entre los pueblos.
Construcción
de Poder Popular.
Hacia
una democracia social y participativa.
“La democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo
quiere”. JDP
La verdadera Democracia es
un proceso en construcción con muchas asignaturas pendientes.
Decíamos en artículos anteriores que el latiguillo
“el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes”, es
una sentencia decimonónica, que poco tiene que ver con las democracias
modernas. Es necesario reformar nuestra
constitución, creada en 1853, y reformada en 1994, siempre de clara lógica y
sentido liberal. Es necesario, si queremos, reconstruir la patria, desmontar el aparato legal del
neoliberalismo, empezando con la Constitución Nacional. Es un debate amplio que
nos debemos, pero es fundamental que el próximo texto constitucional contenga medidas de democracia directa y
democracia social.
Es fundamental que todas las
acciones del futuro gobierno popular este enfocado en la construcción de
poder popular. Solo un pueblo empoderado, consciente de sus
derechos, organizado y movilizado puede ser garantía de la profundización de
los proyectos nacionales y populares y solo este pueblo podrá defender sus
derechos ante el avance de los sectores oligárquicos, ligados al imperialismo.
El avance de las
corporaciones empresarias, mediáticas, y la concentración económica que conlleva
la globalización, asfixian a la democracia, convirtiéndola en una mera
representación, vacía de contenidos sociales y políticas.
Para ello es necesario,
como políticas de estado, fortalecer las “organizaciones
libres del pueblo”, favoreciendo la
participación activa de los ciudadanos en su organización y dirección. Las
organizaciones libres del pueblo son la herramienta básica de una comunidad
organizada y son la columna vertebral de una sociedad democrática.
Estas organizaciones deben tener reconocimiento constitucional,
desde las simples juntas vecinales o sociedades de fomento, hasta las
organizaciones de mayor de alcance nacional como las cámaras empresarias o
sindicales, generando las instancias de participación directa en la toma de
decisiones comunitarias.
Es necesario articular mecanismos
constitucionales que permitan la participación
ciudadana hasta los límites posibles de una sociedad moderna.
La democracia directa, en un sentido moderno,
consta de variadas herramientas concretas. La democracia directa es entendida
como participación del ciudadano mediante consultas, deliberaciones, y/o asambleas.
Tienen ellos el derecho a juzgar,
proponer, aprobar o vetar leyes y son quienes de derecho y de hecho ejercen el
poder, así como pueden retirar el apoyo a un funcionario en cualquier momento.
Es necesario que el ciudadano tenga voz y
voto siempre, no solo en el momento de emitir un sufragio. La participación
ciudadana permitirá democratizar
sectores del poder hoy copados por burocracias cerradas. Las
herramientas son muchas y hay muchos ejemplos en el mundo.;
1.
La asamblea como manifestación de la iniciativa
popular. Pueden ser a partir de
asambleas barriales y desde ahí ir subiendo hasta asambleas de vecinos locales
o regionales. Tienen como función la
discusión de medidas que los afecten directamente y toda otra propuesta que
surja de su seno. Por ejemplo el presupuesto participativo que se aplica en
muchos municipios, donde los vecinos discuten y votan como se usaran los
recursos de la comunidad y seleccionaran
las obras y proyectos a llevar a cabo por el municipio
2.
Plebiscito
3.
Consulta popular
4.
Mandato revocable
5.
El Juicio por Jurado con vinculación en el Poder
Judicial
6.
Elección directa de los jueces y funcionarios
judiciales.
7.
Elección directa del comisario o funcionario a
cargo de la seguridad y Policía.
8.
Control ciudadano de las empresas de servicios
públicos, mediante asambleas de usuarios y consumidores
También los derechos sociales, los nuevos derechos
del trabajo, la garantía de acceso
a jubilaciones dignas para todos,
asignaciones familiares para todos,
acceso a la tierra y a la vivienda digna, función social de la propiedad,
legislaciones a favor de las
cooperativas de trabajo y/o comercialización, desmonopolizar y desconcentrar la
economía, legislación a favor de las economía
social y popular, propiedad de los recursos naturales por parte
del Estado nacional, etc, deben ser
parte del futuro texto constitucional o en legislaciones específicas.
Por último, para que además estas
instituciones puedan funcionar es necesario profundizar el federalismo, dando
poder y descentralizando recursos y e
instituciones político -
administrativas hacia los municipios,
regiones y provincias. Pero esto
será materia de otro artículo futuro.
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