por Orlando Barone
¿Cuál es el modelo de país que proponen los que se oponen al modelo del Gobierno? ¿Qué modelo imaginan, planean y especulan? Si el actual modelo no les gusta, los perturba, los damnifica y los ofende, qué otro modelo los atrae, los satisface y beneficia? Los opositores tienen que sacarse la careta y sacarle la careta al presunto modelo que mantienen en reserva. Y escamotean de la vista del público. Se agotó el tiempo de la crítica total al modelo en ejercicio: nada más fácil que desaprobar y objetar. O que proponer fantasías cuando la cama está lejos. Ha llegado la hora de desembuchar el supuesto modelo alternativo. Los indicios más reveladores y más nítidos aparecieron con el caso Redrado y la defensa vaticana del Banco Central. Y también se amplifican con la alegría que les depara el triunfo en Chile de Piñera, con los fallos judiciales en contra del modelo en operaciones, y con la idea retrospectiva de reubicar a los Derechos Humanos en la valija del desván y a los actores inhumanos en el limbo del olvido. Ya se sabe: a la oposición este modelo no le sienta. ¿Pero cuál es el que le calza de medida y por qué no lo muestra de una vez en lugar de demorar su sinceramiento? Con la soja sola y el tambo ad hoc no basta. Tampoco con la iniciativa privada privadísima. Ya pasó en el umbral de los noventa cuando el modelo que ganó la confianza de la gente se sacó la careta y “no los voy a defraudar” se convirtió en “los voy a despojar”. A nadie puede ocurrírsele que haya compatriotas que sientan nostalgia de ese modelo. Aunque nadie está a salvo de añoranzas de placeres a costa del dolor. ¿O si? Todo modelo de gobierno es ideológico. Se sabe ya empíricamente cuál es el del actual y qué cosas no incluye este diseño. No incluye el ajuste a la inversión pública, no incluye la exclusión o la opción del desempleo ni la vocación por esterilizar el Estado o esterilizar la producción y alentar los malabares secretos financieros. Es transparente. No incluye la revolución. No fantasea con actores sociales que no abundan. No plantea espejismos amateurs ni corazonadas adolescentes. Es pura carpintería, con dosis de impureza artesanal y de imperfecciones de estilo. Pero este modelo no hace cirugía mayor con anestesia ni promueve mutilar el Estado ni jibarizar el valor de la moneda. Este modelo es éste. A quienes no les gusta: ¿Cuál otro modelo les gusta? Por el rechazo al actual deben de estar imaginando un modelo totalmente opuesto. Deschávense. Confiesen. El monstruo ya no se aguanta en los camarines. El predador está con hambre. Sáquenle la careta. Desnúdenle la cara al modelo que planean.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 27 de Enero de 2010 en Radio del Plata.
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