ASIMETRIAS E INEQUIDADES EN EL Gran Buenos Aires


Una solución conurbana a los problemas del GBA

Por Fabián Rodríguez

"En realidad los municipios no pueden hacer grandes obras con sus recursos, las grandes obras las hacen el gobierno Nacional o Provincial."
Ricardo Rolleri, Concejal de La Matanza desde 1983.


Aquella reflexión de Rossi
Los recursos que nutren a los presupuestos municipales en la Provincia de Buenos Aires se componen de tres fuentes (en orden de importancia):

1- Los Ingresos Tributarios, que provienen fundamentalmente de la coparticipación provincial. Esta coparticipación está compuesta por los impuestos a los Ingresos Brutos, Inmobiliario y Automotor, además de la Coparticipación Nacional que recibe la Provincia. Este dinero representa aproximadamente el 16% del total de los recursos provinciales y se reparte teniendo en cuenta la población de cada partido, las capacidades tributarias y las superficies de cada uno.

2- Los Ingresos No Tributarios (la recaudación de los Municipios en sí misma). Son las tasas por servicios generales (ABL), Seguridad e Higiene, y las contribuciones "especiales" (por mejoras o por derechos de construcción y publicidad). Cabe destacar que, en promedio, el porcentaje de cobrabilidad que tiene cada Comuna ronda el 70% en las zonas más pudientes, y el 20% en los sectores humildes.

3- Transferencias de recursos. En este ítem entran los Aportes del Tesoro Nacional y el dinero de la recaudación de los bingos (6% de las ganancias) y los casinos (18%).

Hace unos años, le preguntaron al actual Intendente de Lomas de Zamora cuál era para él la razón de ser de la floja coparticipación Provincial que reciben los Municipios del conurbano. En un acto de honestidad brutal poco frecuente (o tal vez haya sido un acto fallido, no sabemos) Jorge Rossi dijo lo siguiente: "Muy simple: en lugar de hacer lo que dice la ley y tener en cuenta la población y la extensión de cada distrito, hacen el cálculo por la cantidad de electores".

Más allá de las valoraciones personales y políticas, Rossi sabe de lo que habla, porque le toca administrar un Municipio que tiene 650 mil habitantes, con un presupuesto para el corriente año de 304 millones de pesos (lo que debe facturar la sucursal local del supermercado Coto en un mes). Si tenemos en cuenta que Lomas de Zamora tiene 420 mil electores, el cálculo de Rossi no es descabellado: La Plata tiene una población similar a la de Lomas, pero como tiene 50 mil electores más, y además constituye una sección electoral en sí misma (la octava, mientras que Lomas es un distrito más de la Tercera), recibe una transferencia de recursos tributarios muy superior a la del Municipio del sur del conurbano.

Comparaciones odiosas
En general, los presupuestos del conurbano obligan a los Intendentes a administrar miseria. El cociente de gasto por habitante que cada Municipio puede hacer año tras año, arroja números más propios del realismo mágico que de las ciencias económicas. Algunos ejemplos:

Almirante Brown dispone de $1,08 por día para cada habitante.
Florencio Varela, $1,02 por día para cada varelense.
José C. Paz, $1,54 en cada paceño.
La Matanza, $1,11 por día por habitante.

Podríamos seguir enumerando otros casos semejantes, pero nótese que los distritos con presupuestos más famélicos, son justamente aquellos que tienen las mayores necesidades de infraestructura por resolver: se trata de territorios donde a veces no llega ni el camión recolector de la basura (ni hablar ya de cloacas, agua potable o asfalto).

De más está decir que esto es un fenómeno casi exclusivo del conurbano. En el resto de la provincia los números son bien distintos:

Azul dispone de casi $4,00 por día para cada habitante,
Coronel Pringles tiene $5,06.
Pinamar $19,53 para cada habitante (aún con la excusa de triplicar su población durante el verano, el presupuesto sigue siendo una bestialidad).

Estos son solo algunos de los ejemplos que demuestran la profundidad de la inequidad. Por eso el problema no se resuelve con comparaciones absurdas: pretender que los Partidos del Conurbano funcionen como la Ciudad de Buenos Aires, es no entender el problema. Únicamente desde el desconocimiento y/o la demagogia, se puede buscar un espejo en la Capital Federal.

Llama la atención la fascinación pueblerina en algunos dirigentes del Gran Buenos Aires, que buscan emular a sus colegas de la Reina del Plata, ya sea desde la comunicación de sus actos de gobierno, o desde medidas concretas, buscando “caerle bien” a la gente.

En lugar de querer "parecerse", los Municipios del Gran Buenos Aires deberían exigirle a la Ciudad que cumpla, entre otras cosas, con la "Ley de Basura Cero" que sancionaron los propios legisladores porteños, para que de una vez por todas el conurbano deje de ser el basural a cielo abierto de la Capital (el año pasado, la Ciudad “Autónoma” envió a los rellenos sanitarios más toneladas de basura que todo el conurbano junto).

En lo único que se asemejan el Gran Buenos Aires y la Capital Federal, es en la distribución geográfica de los pobres y la falta de oportunidades.

En estos aspectos, el norte de la CABA se parece bastante a la zona norte del conurbano, mientras que al sur, ambas orillas del riachuelo están habitadas por argentinos de similar condición social.

Si se trata de buscar parecidos para imitar experiencias, la brújula debería estar puesta en algunos Municipios del interior del país (no quiero citar ejemplos para no herir algunas susceptibilidades, pero hagan el ejercicio de buscar en Internet cuáles son los que han estatizado el servicio de recolección de la basura), e incluso del exterior, como ser el caso de la experiencia de Porto Alegre cuando estaba en manos del Partido de los Trabajadores.

Posibles Soluciones
Sin dudas, la llave para destrabar este problema está en manos de los miembros de la Legislatura Provincial, que deberían empezar por sancionar una nueva ley de autonomía para los Municipios.

Como en política, todo tiene que ver con todo, acá es donde la realidad se choca con otra cuestión que también sirve para explicar el estado de las cosas: la sub representación política del conurbano, cuyo peso electoral no tiene un correlato adecuado en la cantidad de legisladores que lo representan. Más bien todo lo contrario: mientras en la Primera Sección Electoral (Municipios de las zonas norte y oeste de GBA) eligen un senador cada 456.561 ciudadanos, en la Cuarta Sección (región noroeste) hay uno cada 64.578 electores.


Otro ejemplo: la Tercera Sección (zona sur más La Matanza) eligió en las últimas elecciones un diputado provincial cada 204.237 votantes, mientras que los electores de la Sexta Sección (región sur y sureste) votaron a uno cada 51.420.

Supongo que sería en vano pedirle a un legislador de, digamos, Tres Arroyos, que impulse una reasignación de recursos que favorezca a Berazategui, ¿no?

Por ello, el principio de solución tiene que sumar un conjunto de voluntades e iniciativas que provengan de mucho más “arriba”, impulsando medidas genuinas que tiendan a revertir este tipo de injusticias, que no se sanan con tres o cuatro puntitos más de coparticipación federal.

El autor es docente, periodista y autor del blog Conurbanos

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