Gran parte de los argentinos, como la mayor parte del mundo, están prendidos de una pantalla, siguiendo las acciones de un mundial de futbol. Todo parece pendiente de lo que pasa en Qatar cuando comienza a correr la pelota.
Seguramente hay grupos minoritarios, muy ideologizados, que
critican esta dependencia, este supuesto veneno del mercado para adormecer a
los pueblos. Sin embargo no parecen ver la gran carga de emocionalidad que
conllevan estos juegos, la sensación de pertenencia a un pueblo y una nación.
También se equivocan quienes buscan sacar redito político
interno con un triunfo o una derrota del equipo nacional. Da pena ver a la
derecha argentina, expresada en los dos pasquines de mayor circulación, Clarín
y La Nación, boicotear y esperar el fracaso para supuestamente llevar agua para
sus molinos. Esperando que el fracaso y la derrota beneficien sus intereses
políticos o electorales futuros, y temiendo que el triunfo beneficie al
oficialismo. La historia de nuestro pueblo, sobre todo, el mundial 78, muestra
que la pasión por el futbol corre distinto que la realidad política cotidiana.
La euforia por el mundial no tapa una realidad política y
económica agobiante, enmarcados en caos global (pandemia, guerras, luchas
comerciales, etc) que condicionan mucho más una realidad económica local,
producto de una herencia del gobierno anterior de una fabulosa deuda externa,
una devaluación brutal y un inflación que fue limando el salario de los
trabajadores.
La crisis que vamos atravesando es mucho más que una crisis
económica coyuntural, de falta de dólares o alta inflación, como ya hemos
vivido en otras épocas. Es una crisis estructural mucha más profunda, es una
crisis política. Está en crisis final el modelo neoliberal instaurado en 1976 y
consolidado en los noventa con la sanción de la perversa constitución de 1994.
Es un modelo que está en cuestión en el mundo, con la
decadencia de las potencias occidentales y el surgimiento de una nueva
hegemonía global, liderada por China.
Pero en Argentina alcanza ribetes peligrosos, ya no es una
cuestión de lucha de modelos económicos o políticos. Es la podredumbre de
grupos económicos, políticos y sociales,
prohijados por 45 años de políticas neoliberales, que nos han llevado hasta
acá.
Los que mandan, la vieja oligarquía, pero también grupos de
aventureros que en el régimen de anomia en que se han desarrollado han ido
consolidando un poder económico y político perverso por sobre el total de la
población.
El modelo está en crisis, unos persiguen la persistencia del
modelo, no importa el costo social ni político, ya que han sido los ganadores
de este tiempo y se han apropiado por saqueo de la riqueza y del trabajo del
resto de los argentinos.
El problema que tienen y los mostró el desquicio que dejó en macrismo en 4 años es que no tiene un
modelo viable que integre a los 45 millones de habitantes. Es un modelo que
para sobrevivir debe generar un mayor ajuste y empobrecer aún más a los
sectores asalariados y pensionados. Un modelo así solo puede sostenerse por la
violencia y la represión. La pregunta es
cuanto ajuste aguanta un pueblo antes de rebelarse en las calles?
Las políticas de ajuste permanente, privatizaciones,
desindustrialización , apropiación, saqueo y fuga de la riqueza generada por toda la comunidad, terminan en un gran
fracaso, en un colapso de toda la economía, tal como ocurrió en 1982, 1989/90,
2001 0 2019, dejando un país arrasado con mayores índices de desocupación,
pobreza e indigencia.
Toda la dirigencia de
nuestro país, guiada por intereses de clase, cipayismo, la copia de modelos
inadecuados, ceguera política,
incapacidad o cobardía, es la gran responsable, por acción u omisión, de haber transformado un país rico, potente,
orgulloso de si mismo, en esta decadencia permanente, que parece no tocar fondo..
Los datos de la realidad:
En esta última semana se han conocido los datos de nuestra sobre
la situación socio económica. A partir de periódicos Informes del Observatorio
de la Deuda Social de la UCA que, aunque pueden ser cuestionados en forma
parcial por lo menos muestran las tendencias generales de cómo y hacia dónde va
esta sociedad. Aunque se diferencia por
matices, en general coincide con las tendencias señalada por el Indec.
Los datos gruesos muestran que la situación social sigue en
retroceso a pesar de que ha aumentado la ocupación y la actividad económica. Y
que las políticas de auxilio vía subsidios, planes, etc, están amortiguando una
situación escandalosa en la base de la pirámide. Salta a la vista claramente
que con una disminución en el número de beneficiarios aumentaría drásticamente
el índice de indigencia. O sea que hay un porcentaje alto de la población que está
cubriendo sus necesidades más básicas, la comida por ejemplo, solo con la ayuda
estatal.
Estamos en un modelo que genera algo de trabajo, mayormente
informal, pero de bajos salarios. Eso explica la persistencia de la pobreza e
indigencia. Estamos en un país de trabajadores cuyos salarios están por debajo
de la línea de pobreza
Los datos centrales reflejan la situación al final de tercer
trimestre (septiembre) del año en curso. La pobreza alcanza el 43,1%, frente al
42,4% del año pasado y como decíamos la indigencia se redujo del 9% al 8,1%,
debido al crecimiento de los planes
sociales. El dato tal vez mas escandaloso de ese informe es que el 61,6 % de
los niños viven en situación de pobreza.
Si analizamos la evolución de la pobreza en la Argentina
veremos cuál fue el resultado de años de políticas neoliberales y programas
sugeridos por el FMI: Año 1975 era del 6%; en 1980, primera crisis de la deuda,
era del 20%, y a partir de allí su crecimiento ha sido y es exponencial,
llegando a su pico máximo en la crisis 2001 del 65%, bajando al 55 % cuando
asume Néstor Kirchner en 2003. Durante la gestión de los gobiernos k
la pobreza disminuye hasta estabilizarse alrededor de un poco menos del 30 %.
Está claro y las estadísticas lo muestran crudamente cuando las políticas
económicas se acoplan a programas del FMI como se hizo durante el fatídico
gobierno de Macri la pobreza se dispara. Así en 2018 se escapó el dólar, volvió
el FMI y el descontrol cambiario hizo que la divisa pasara de 20 pesos a más de
60. A partir de ese momento hasta 2019, los índices de pobreza pasaron 26,1% en 2015 al 37,6% en 2019.
Todo ello a pesar del aumento de los planes sociales. Desde
el 2010 esa ayuda a los hogares se duplicó, pasó del 24,4% de los hogares en
2010 al 40,4% de los mismos en la actualidad. El Informe remata con la información que, sin los planes sociales, la
pobreza hoy superaría el 50% y la indigencia estaría rondando el 20%.
Y para completar el diagnostico, los datos existentes muestran que trabajadores
privados, y sobre todo los públicos e informales, llevan meses perdiendo
ingresos, a un ritmo constante y creciente. Los informales son los que más
perdieron, sin olvidar que este último año el trabajo informal pasó del 31,5%
al 37,8%, el peor indicador de los últimos 15 años.
Pareciera que la novedad no es lo mal que estamos, sino la
perspectiva que siguiendo este camino estaremos peor.
El gobierno, la oposición y los medios vienen pregonando
hipócritamente la trasformación de los planes en trabajo digno, cuando la
realidad muestra que esta economía no genera empleo y si lo hace es con
salarios bajos, casi de subsistencia.
Estamos en una economía de base extractivista, dependiente
de la exportación de commoditys sin valor agregado, una economía que debe
generar dólares para pagar la deuda. Una economía que no solo no derrama sino que
sirve para la acumulación y el saqueo en
manos de su clase gobernante.
Para ser sinceros, y nadie dice las cosas por su nombre,
esta economía cierra casi regalando materias primas, el litio es el mayor
ejemplo y con la exportación y el contrabando de granos vía Uruguay y sobre
todo Paraguay, por los puertos y rutas de la hidrobia, drenaje por el cual no
solo se van nuestros cereales, sino también por donde circula la droga hacia
Europa.
Desmintiendo a los
agoreros del neoliberalismo, Argentina no es un país pobre. Por el contrario es
un país rico, pero sus riquezas son saqueadas y están mal distribuidas.
En cuarenta años
argentina se latinoamericanizó, pobres cada vez más pobres y una minoría de
ricos cada día más ricos.
Esta es la realidad que afrontamos, la mitad de la población
en la pobreza, una inflación galopante originada en parte por la situación
internacional y en otra fomentada por la elite económica local que tiende a
maximizar ganancias y a apropiarse de los recursos de todos.
Jaqueados por la escases de dólares, no solo para sostener
mínimamente el aparato productivo, sino para soportar un mínima corrida. Sin
reservas, una inflación que tiende al 100%, altos intereses para financiarse en
pesos, y pagos de la deuda en dólares y otra en pesos para 2023 prácticamente
impagables.
La estrategia del gobierno de AF pareciera circunscribirse a
una tímida “guerra a la inflación”, en
base a acuerdos y consensos y en el otro a “patear para adelante” los problemas
estructurales. Que la bomba, si estalla, le estalle al próximo gobierno,
esperando en el medio algún milagro: los dólares de Vaca Muerta o la
explotación offshore frente a las costas del Mar del Plata, por ejemplo.
Mientras tanto solo queda rogar que los formadores de
precios se porten bien y cumplan los acuerdos, que la situación internacional,
es especial, el conflicto en Ucrania no escale demasiado y profundizar el
ajuste, que el gobierno sigue negando. Está claro que para que esto funcione es
necesario un descenso de la actividad económica. Volvemos a repetir que el
modelo cierra transitoriamente con la consigna “exportar todo lo que se pueda y
mantener salarios bajos en dólares”.
Utilizando la famosa frase escrita en papel en su momento de
muerte, ya que un cáncer de lengua le impedía hablar, por Juan José Castelli,
“si vez el futuro dile que no venga”.
Pero como suele ocurrir el futuro siempre llega.
Bailando en el Titánic
Y para terminar este análisis, también estamos ante una
crisis institucional de suma gravedad, donde oficialismo y oposición juegan un
juego de sordos enfrentamiento, donde se han superado los límites del disenso
democrático, donde en nombre de la república y la democracia se están
demoliendo las pocas instituciones básicas de una Nación.
Todos bailando en la
cubierta del Titanic, con una promiscuidad, falta de decoro y corrupción pocas
veces vista en la historia argentina. El nivel de decadencia moral es absoluta.
Un minoría política, empresaria, gremial, intelectual, etc, baila en la
cubierta preparándose para abordar los botes salvavidas, mientras nuestro
pueblo en los subsuelos inferiores trata de sobrevivir ante el naufragio que
parece inevitable.
Este nivel de decadencia de nuestras clases dirigentes no es
nuevo. Es un fenómeno que comenzó claramente con el nefasto golpe en 1976, con el golpe militar, que vino
a resetear toda la sociedad argentina. Su objetivo era hacer desaparecer al
peronismo y a la clase trabajadora, como vehículo de lucha; comenzó ahí una
contrarrevolución neo conservadora, nunca completada del todo, pero que ha ido
permeando capas de nuestra clase dirigente. Casi como un gangrena se ha ido
extendiendo y cubriendo con su pus a los medios de prensa, a los jueces,
fuerzas de seguridad, políticos, gremialista, empresarios, intelectuales, etc,
grande beneficiarios del descuartizamiento del país, pero a su vez han ido
adormeciendo a una sociedad, otrora vigorosa y aguerrida, que mira los hechos,
su realidad, su empobrecimiento general, su propia decadencia, sin verla, sin
comprenderla. Y para peor muchas veces apoyando y votando a su propio verdugo.
Dos hechos en los últimos meses han puesto de manifiesto y
ante los ojos de todos, el nivel de la corrupción social citado. Uno fue el
intento de asesinato de la principal líder política de este país. El intento de
magnicidio a una figura política trascendente, que además tiene el cargo de
Vice presidenta de la Nación, ha pasado sin pena ni gloria por los titulares de
los grandes diarios. Languidecen las investigaciones en opacos juzgados y la
sociedad ya casi no habla del tema. Un acto de terrorismo como este no puede ni
debe ser manejado con este nivel puerilidad e impudicia. Nadie, y la justicia
menos, quieren investigar quienes, además del pequeño grupo de perejiles que se
usaron como mano de obra, fueron los verdaderos culpables, los instigadores,
los financistas y los autores intelectuales. Y porque es esto, porque todo
apunta al corazón del macrismo, todos los indicios llevan a grupos mafiosos, de
derecha, ligados a Mauricio Macri y su grupo de mayor confianza, los
empresarios Caputo y Milman, ladero de Patricia Bulrich.
Que esta justicia, sobre todo la federal actué así a nadie
sorprende, es un secreto a voces su permeabilidad ante el poder, el dinero y
muchas veces el delito mismo.
Si algo faltaba en esta danza macabra, de contubernios y
acuerdos mafiosos entre los grandes medios, jueces, fiscales y fuerzas de
seguridad, fue el viaje financiado por Héctor Magnetto y Joe Lewis a un encuentro,
casi un “retiro espiritual” bien regado de caros vinos y wiskis añejados, de
los más granado y selecto de la justicia federal de Comodoro Py.
No solo cometieron un delito al ir a la residencia de Lago
escondido. Eso es un delito tipificado como “Dadivas”, si no que además, se los
graba en conversaciones donde hablan de cometer más delitos para tapar el
anterior. La conversaciones grabadas son de una gravedad mayúscula, por la
manera impune con que se manejan y como en su soberbia no toman a todos por
idiotas.
Ante el escándalo, la denuncia en cadena que hace el
presidente más las denuncias detalladas que hizo la vice presidenta, han hecho
imposible por ahora tapar los delitos. Pero viendo el poder mafioso de esta
justicia y como se han manejado otros hechos, es probable que todo vaya
quedando en la nada.
En el medio la condena amañada contra CFK, por la causa
Vialidad y su notoria respuesta de ella, denunciando a los instigadores
directos y un gesto moral y ético pocas veces visto, redobla la apuesta contra
toda esta situación mafiosa.
Cerrando esta nota llegan noticias del Perú. Confusas porque
los medios de prensa hegemónicos jugaron
a favor del golpe blando al presidente legítimo Pedro
Castillo: hay manifestaciones populares en Lima y varias ciudades del interior
en apoyo a Castillo y pidiendo la reforma constitucional. La constitución de
Fujimori del año 1993, es igual que la
nuestra, piedra basal del modelo neoliberal conservador. Génesis de todos los
problemas institucionales que sufre Perú desde hace décadas y la alternancia
sin poder las figuras presidenciales. En
el caso peruano, tal como ocurrió en Bolivia vuelve a aparecer el ejército y las fuerzas de
seguridad como reaseguro del golpe y reprimiendo las manifestaciones populares
de resistencia. Esta aparición de las fuerzas armadas en los conflictos
políticos puede abrir una puerta a la violencia para estatal tal como ocurrió
en los 60 y 70.
Epilogo:
La crisis económica política y social es una crisis
estructural mucho más profunda: Es la crisis final del modelo neo liberal que
puso su garra en la argentina en 1976.
Es probable que el modelo estalle en sí mismo tal como implosionó
en el 2001, y obligue a los sectores populares a salir a la calle en defensa
propia como ocurriera hace dos décadas. O tal vez tenga una lenta agonía, con
los grupos de derecha queriendo perpetuarse en el modelo, a costa de un mayor
ajuste y represión.
El peronismo está en una disyuntiva existencial, con una
clase dirigente cómplice de la situación actual, otro con una visión “progre” y
reformista, mas allá de las lindas palabras terminan jugando para la derecha y
el modelo vigente, por el simple hecho de que le tienen miedo al pueblo en la
calle. El peronismo debe elegir ser responsable del derrumbe general que se
avecina, por acción u omisión, o se convierte en una fuerza revolucionaria, que lidere las
luchas populares y que ponga de cabezas el modelo neoliberal, desarticulando
todo el andamiaje legal y político del coloniaje.
En política en difícil pronosticar los acontecimientos, sin embargo todo parece
indicar que están surgiendo fuerzas populares, corrientes subterráneas muy
fuertes, buscando el momento, el lugar y el tiempo de salir con ímpetu a la
superficie.
Recordando a Althuser, el
tren de la historia pasará frente a nosotros, no sabemos dónde ni cuándo, pero
hay que estar alertas para cuando ocurra subirnos a él.
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